George Owen Wynne Apperley
(1884-1960)
BIOGRAFÍA Artículo: Milagros Soler Cervantes
|
|||||
George Owen Wynne Apperley nació el mes de Junio de 1.884 en Ventnor (Isla de Wight, Inglaterra) en el seno de una familia aristocrática de tradición militar galesa. Quedó huérfano de padre con apenas seis años. Desde muy temprana edad manifestó su inquietud por el dibujo, la pintura, así como por la lectura de temas clásicos de la mitología griega, contando entre sus volúmenes favoritos uno con ilustraciones de Flaxman. Intentando disuadirlo de su verdadera vocación, la familia lo enviará a estudiar en colegios de estricta formación victoriana. Ante la persistencia en sus convicciones artísticas, por fin podrá matricularse en Herkomer Academy (1903), donde tomará partido por los movimientos pictóricos anti-academicistas, manteniendo una actitud crítica contra la rígida ortodoxia del momento.
Acompañado por su tutor, Mayor Wilkinson y financiado por una tía suya, viajará a Italia (1904), donde entrará por primera vez en contacto con la luz del Mediterráneo. Su experiencia quedará reflejada en acuarelas de estampas venecianas, en calles costumbristas y ruinas de edificios clásicos. Visitará, entre otros lugares, Roma, Florencia, Nápoles, Venecia fijando su pasión por el mundo antiguo mediterráneo y la estética prerafaelista.
Cuando apenas contaba con veinte años de edad, la Real Academia de Londres reconocerá sus méritos, admitiendo uno de sus cuadros para su exposición anual de 1904. En 1907 contrae matrimonio en secreto con Hilda Pope. Dado que los progenitores de su prometida no veía con agrado este enlace, negándose a dar su conformidad para que se celebrara la boda, utilizaron el recurso entonces conocido como llevarse a la novia. Consistía en una especie de secuestro consentido que ponía a las familias de la pareja ante un hecho consumado. Los jóvenes se instalarán en Lugano (Suiza) y posteriormente, a su regreso a Inglaterra, lo hará en Hampstead (cerca de Londres).
Como fruto de esa unión nacerán sus hijos Doris (fallecida siendo aún niña), Edward y Phyllis. Hilda Pope nunca llegará a comprender ni compartir el entusiasmo de su marido por los países mediterráneos. Cuando Apperley decidió trasladarse al Continente, Hilda permanecerá en Inglaterra, quedándose al cuidado de los niños. Jorge Apperley (como se "castellanizará" su nombre en la ciudad de Granada) viajará por distintos lugares de la geografía española (1914), lo que marcará un cambio trascendental tanto en su vida personal como en su faceta artística.
Nimrod, Hilda Pope y Jorge Apperley reflejan una sociedad anclada en sus encorsetadas tradiciones
Acuarelas de la etapa italiana. Europa supuso para Apperley el encuentro con la luz y la libertad.
Abandonará progresivamente su etapa paisajística para interesarse por los secretos del retrato, sobre todo el femenino. Terminará afincándose en la ciudad de Granada (1916). Allí conocerá a Enriqueta Contreras Carretero que será la compañera inseparable a lo largo de toda su vida. Ella apenas tenía catorce años cuando se produjo el primer encuentro con el artista. Jorge Apperley quedó absolutamente prendado del rostro y el carácter de la mujer que habría de servirle de inspiración en la realización de sus mejores cuadros. De esta unión nacerán sus hijos Jorge y Enrique.
A pesar del espíritu rebelde del que hiciera gala en su juventud, será beligerante detractor de los estilos vanguardistas, a lo que llamará “ismos”, tratando así de definirlos en una personal acepción no exenta de ironía. Se relacionará con pintores granadinos como Soria Aedo, Rodríguez Acosta, López Mezquita o Morcillo. Su carmen en el Albaycín granadino y su estudio de pintura, servirán como punto de encuentro para los intelectuales más importantes del momento. Son numerosos los testimonios que ha dejado en su obra de esta ciudad, siendo digno de elogio el esfuerzo personal que hiciera por mantener la tradición, el tipismo y el patrimonio histórico de esos lugares.
Pinturas de Apperley: "La Alhambra desde mi casa" y "La Alhambra desde mi estudio"
Su preocupación por los estudios de la luz, así como por los distintos puntos de encuadre pasan casi desapercibidos por su aparente bidimensionalidad fotográfica. Unirá su necesidad de trasmitir la belleza del momento (luz) con la testimonial (realismo de las imágenes) y la preocupación por las distintas técnicas pictóricas. No participará en el Primera Guerra Mundial al quedar exento del servicio de armas por motivos de salud. Los médicos militares le recomendaron que se fuera a vivir a lugares más cálidos. Conoció a través de sus viajes distintas capitales españolas (Toledo, Madrid, Sevilla, Granada...), viviendo en la capital de España durante algún tiempo. En ella sobrevivió con escasos recursos económicos y conoció al pintor alemán Sigfrido Bürmann. Ambos artistas llegarán a compartir un pequeño estudio en la Cuesta de los Chinos (Granada).
Cuando llegó a Granada, siguiendo seguramente las huellas de los viajeros ingleses románticos que le precedieron, participa en un concurso organizado por el Ayuntamiento con motivo de las Fiestas del Corpus del año 1917. Ganará el primer premio con su pintura "La Rosa", entrando en competición con artistas de la talla de Ismael de la Serna o Morcillo. A partir de ese momento su integración en la ciudad comporta la incorporación de una iconografía plena de imágenes folcloristas. Paisajes de la Alhambra y de las calles albaicineras, interiores de casas mudéjares y todo tipo de personajes (toreros, zambras y manolas) quedarán reflejados en su obra. Pero el verdadero icono de la ciudad será para él la mujer granadina. Entre todas, Enriqueta Contreras, a la que inmortalizará en numerosos desnudos no exentos de erotismo, pero también bajo el austero aspecto de vírgenes, santas y enlutadas. En algunos de sus lienzos de retratos femeninos su canon llegará a parecerse a la estética sobria y elegante del pintor cordobés Julio Romero de Torres.
"La Rosa de Granada", premiada por el Ayuntamiento de Granada. Corpus, año 1917 y "Danza del Antiguo Egipto"
"Gitana desnuda" y "Gitana con abanico", reproducen la imagen de quien fuera una de sus modelos llamada "La Chonica"
"Magdalena", "El aljibe" y "La Enlutada", tres obras en las que Apperley vuelve a retratar a Enriqueta Contreras.
Mujeres andaluzas. Paralelismo estilístico con cuadros del pintor cordobés Julio Romero de Torres.
Experimenta con interiores buscando nuevas formas de reflejar la atmósfera de las estancias. En lo que se refiere a espacios arquitectónicos queda de manifiesto en obras de claustros monacales o patios interiores de la Alhambra. En cuanto a la ubicación escénica de los personajes, zambras gitanas y elegantes gineceos femeninos serán los que le provocan mayor fascinación. Al plasmar en un lienzo lo que contemplan sus ojos permanece atento al detalle. Sus interiores costumbristas son auténticos documentos etnográficos. Lo mismo sucede cuando pinta zambras gitanas o escenas de folclore.
En sus cuadros de interiores, la mujer es siempre el principal personaje.
Cuando pinta interiores costumbristas cuida el detalle de tal forma que son auténticos documentos etnológicos.
El folclore granadino y más concretamente el mundo del flamenco fue uno de los focos de atención en sus pinturas.
Sus bodegones son también muestra de esta forma descriptiva de trasmitir la realidad a través de la pintura. En la serie de jarrones observamos que le gusta dejar bien claro que las flores están sostenidas y contenidas en cerámica de fajalauza o en búcaros de tradición nazarí. Se preocupa por dejar abiertamente de manifiesto la localidad de los items retratados, dándole connotaciones fuertemente granadinas. En unos casos fijando la tipología de la cerámica con modelos de fajalauza. En otros, por ejemplo, poniendo la fruta de la granada junto al resto de elementos que conforman el cuadro.
Claveles en búcaro de tradición nazarí y jarrón de cerámica de fajalauza..
Al invitarnos a compartir con él sus paseos por Granada, pero sobre todo por su idolatrado Albaycín, intenta nuevas aventuras con los juegos de luces y sombras. Su "Semana Santa" de la Carrera del Darro nos trae connotaciones de las noches en Arlés de Van Gogh. La "Iglesia de San Bartolomé", a la pintura religiosa del Barroco español, con un sugestivo realismo que invita a traspasar el portón de madera (apenas un rectángulo oscuro), para acceder al recogimiento interior de la capilla. La luz roja de los amaneceres granadinos y el sol blanco-cal del medio día en la "Calle Elvira" no han tenido mejor intérprete que este granadino inglés, nacido por accidente geográfico en la Isla de Wight. Será en Granada donde vivirá su plenitud personal y artística.
Semana Santa en el Paseo del Darro (Granada)
Alhambra desde su estudio Calle de Elvira (Granada)
La figura masculina apenas interesa a Apperley. Prefiere indagar la naturaleza humana a través de lo femenino. En su recorrido por las distintas etnias que llegó a conocer deja de manifiesto su creencia de que la belleza no es inherente a una raza exclusiva.
En 1918 organiza su primera exposición individual en el Hotel Palace de Madrid que inauguran los reyes de España, llegando a convertirse en el acontecimiento cultural social del año.
Durante las décadas de los años veinte y treinta trabajará los mismos estilos que Julio Romero de Torres. De ella se hicieron eco los periódicos más destacados de la época. En 1928 volverá a seducir al público madrileño con sus pinturas de mujeres andaluzas presentado el 18 de Noviembre en el Círculo de Bellas Artes. En 1945 recibe la encomienda de Alfonso X el Sabio y en 1951 será nombrado Académico de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo (Málaga).
Artículo en el periódico ABC sobre Apperley y su exposición en el Círculo de Bellas Artes (Madrid)
Monárquico a ultranza como buen inglés de su tiempo, no sobrellevó muy bien el advenimiento de la II República. Su radicalismo conservador y su particular forma de entender las cuestiones sociales lo enfrentó con muchos de los políticos y gobernantes de la ciudad en aquel momento. Para la mayoría de sus vecinos aristócratas, Apperley era un extranjero pedante que venía pretendiendo dar lecciones de pintura e higiene urbana a los granadinos. Para sus paisanos, era un apátrida afincado en un país de analfabetos lleno de bandoleros sanguinarios y majas que llevaban inequívocamente una navaja escondida en una de sus medias. Esta visión peyorativa de la España de pandereta por parte del mundo anglosajón hacía más incomprensible e imperdonable dos de sus más notorios pecados: El primero, preferir Europa, Granada y el arrabalero Albaycín a su civilizada, imperial y refinada Inglaterra natal. El segundo, haberse casado en segundas nupcias con quien fuera su modelo, una niña indígena de 14 años llamada Enriqueta Contreras.
"Rincón de mi estudio en Tánger" de Apperley "Autoretrato
Su lucha sin tregua por mantener inalterables los rincones típicos del Albaycín que conocieron los artistas románticos no era bien entendida por los propiciadores del progreso. La oposición a que llegara la luz eléctrica a ese popular barrio granadino sirvió de mofa en las tertulias intelectuales de la época. Su fuerte carácter y la intransigencia crítica con la política de los nuevos tiempos le proporcionó algunos enemigos. Hombre de carácter y fuertes convicciones, ante las murmuraciones que sobre él y su forma de vida circulaban por los mentideros de la ciudad llegó a escribir en su garaje:
"Dicen...¿Qué dicen?...¡Que lo digan!"
Su radicalismo conservador tuvo como consecuencia que su casa sufriera un atentado por la colocación de una bomba. Este acontecimiento le hará abandonar España temporalmente, trasladándose con toda su familia a Tánger (Marruecos) en el año 1932. A partir de ese momento su vida transcurrirá entre esas dos ciudades. Siempre conservó su domicilio y su estudio en Granada y consideraba su casa en el Albaycín como su verdadero hogar familiar. La Guerra Civil española fue la segunda contienda de la que se mantuvo al margen Jorge Apperley.
"Mi hogar en Tánger". La familia de Jorge Apperley (Enriqueta y sus hijos Jorge y Enrique) pintados por el artista.
Retratos del hijo mayor del pintor, Jorge Apperley Contreras. Año 1934 y 1942 respectivamente.
Retratos del hijo menor del pintor, Enrique Apperley Contreras. Año 1952 y 1954 respectivamente.
Con el triunfo del golpe militar y la instauración del régimen fascista de Francisco Franco, consolidada la derecha en el poder, volvieron los reconocimientos oficiales a la carrera artística de Jorge Apperley. En el año 1945 recibió la Encomienda de Alfonso X el Sabio. Morirá a consecuencia de una embolia cerebral, el 10 de septiembre de 1960, después de haber recibido los más altos honores y el reconocimiento unánime de toda la sociedad de su época.
Dos aspectos de la casa de Jorge Apperley en Tánger.
El pintor con su esposa Enriqueta Contreras.
|