EL IMPROBABLE ANTASMA DE BERTA WILHELMI El sanatorio de la Alfaguara (Alfacar-Granada)
Artículo: Milagros Soler Cervantes
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Sanatorio antituberculosos de la Alfaguara (Alfacar - Granada) Fuente: Junta de Andalucía.
Llama la atención que en la ciudad de Granada se conozca más el nombre de Berta Wilhelmi asociado a la leyenda de la presunta aparición de su fantasma que por la gran obra filantrópica que desarrolló a lo largo de su vida. Mujer adelantada a su época, se preocupó de los problemas sociales que afectaban a sus conciudadanos. Nació en el año 1858 en Heilbronn (Alemania) y llegará a los doce años de edad a Granada, cuando su familia decide trasladarse a España para abrir en esa ciudad una empresa papelera como la que se había incendiado en su pueblo natal.
Era hija de Fernando Wilhelmi y Carolina Henrich, tuvo un hermano mayor llamado Fernando, fruto del primer matrimonio de su padre con Emma Schaeuffelen, que llegará a ser Cónsul de Alemania en Granada. La familia, de creencias religiosas en la fe protestante, se oponía sistemáticamente a toda iniciativa que partiera de la iglesia católica. Berta manifestó abiertamente su laicismo a lo largo de su vida. En una ciudad de arraigado catolicismo decimonónico, estas dos circunstancias pudieron contribuir a elegirla como el ilustre espectro que merodea por las estancias del sanatorio, dado que además, ella fue la fundadora y principal artífice del mísmo.
Se conoce poco su infancia, aunque sabemos que recibió una exquisita educación, acorde con la adinerada clase social a la que pertenecía y dentro de tendencias filantrópicas y liberales de las que sus miembros participaban. Gustaba de la naturaleza y era partidaria del aprendizaje intuitivo y racional. Destacó su interés por distintas disciplinas del conocimiento, entre ellas la apicultura, la botánica y la astronomía.
ESCUELA NACIONAL DÑA. BERTA WILHELMI EN PINOS GENIL (GRANADA). Año 1913 Fuente: Junta de Andalucía.
Se casó muy joven con el noble granadino Fernando Dávila Zea, de la familia de Ponce de León, veinte años mayor que ella y del que se separará pasando el tiempo para contraer segundas nupcias con el encargado de la fábrica de su padre, Eduardo Domínguez. Fue muy notable su participación en la Institución Libre de Enseñanza y con intelectuales alemanes y españoles. También se integrará en la lucha feminista y dirigió, con poco acierto, la fábrica de su padre de la que fue principal heredera cuando éste falleció. En 1912 creó con su propio pecunio una escuela mixta en Pinos Genil (Granada) y una biblioteca popular con el apoyo del Ayuntamiento. Además se implica en la lucha contra el analfabetismo, la pobreza y la tuberculosis que sufrían los ciudadanos más desfavorecidos de Granada.
Fundó las primeras colonias infantiles en Granada y varios centros sanitarios antituberculosos como el conocido con el nombre de Las Acacias, una pequeña casita localizada en El Puche. Después, teniendo como presidenta de honor a la reina Victoria Eugenia y contando con la colaboración de los doctores Alejandro Otero y José Blasco, fundó el Patronato Antituberculoso de la Alfaguara. Culminó su proyecto con la construcción del Sanatorio de la Alfaguara, en el pueblo granadino de Alfacar, en plena Sierra de Huetor, en el que invirtió todos sus ahorros.
Su empeño en poner todos los medios a su alcance para erradicar esta enfermedad pudo tener mucho que ver con sus teorías higienistas en la salud pública así como en su reconocida humanidad filantrópica. Sensibilizada especialmente con esta enfermedad prácticamente incurable en la época, intentó procurar para los enfermos un tratamiento adecuado, una mejora en su calidad de vida y una muerte digna cuando se produjera el desenlace final. Incomprendida pero querida y admirada por las gentes de Granada, cuando se produjo su fallecimiento la prensa local divulgó el suceso con emocionadas palabras de exaltación y agradecimiento.
Al pueblo que tanto ayudó con sus iniciativas sociales se le hacía difícil aceptar que Berta, habiendo vivido al margen de la santa iglesia católica, pudiera tener su sitio en el cielo. Tampoco concebían a una mujer de su entidad, condenada a los infiernos. La mitología popular decidió no renunciar ni a la presencia de la ilustre dama ni a la pérdida del espíritu de su benefactora. Y crearon su leyenda.
LA LEYENDA DEL FANTASMA DE BERTA WILHELMI Y EL SANATORIO DE LA ALFAGUARA.
Cuando de trata de crear mitos de fantasmas y apariciones espectrales no hay mejores elementos de consolidación que la combinación de la superstición religiosa con la imaginación popular. En el caso de Berta Wilhelmi, tanto en el seno de su familia como en el de su propia biografía, había circunstancias que la convertían en la candidata ideal para convertirse en un espíritu inmortalizado por las creencias marginales del pueblo. A la hora de recordar su historia personal, el punto de partida es el incendio de la fábrica que su padre tenía en Alemania, hecho que motivó su traslado a España siendo entonces una niña de nueve años. Luego, como en toda leyenda que se precie, el relato continúa envuelto entre la niebla que conforman la ignorancia, los hechos imprecisos y las verdades a medias.
La ceremonia de la confusión comienza con la descripción de los personajes que intervienen en el drama. Para algunos autores, todo comienza cuando Berta cae en una fuerte depresión al morir su hermano Luis a causa de la tuberculosis; depresión de la que no llegará a recuperarse. Así lo escribe la alfacareña María Belén Puertas Única en Remembranzas de la Alfaguara. Otros afirman que fue su hija la que falleció por esta enfermedad, desencadenado todos los acontecimientos que convergieron en la tragedia. Tal es el caso del periodista Iker Jiménez en su documental televisivo El Hospital del Silencio (http://www.mitele.es/programas-tv/cuarto-milenio/temporada-3/programa-86/) en su programa Cuarto Milenio, número 86 de la Tercera Temporada(14.10.2007).
Por su parte, Pilar Ballarín Domingo, de la Universidad de Granada, en su artículo Feminismo, educación y filantropía en la Granada de entre siglos dice que Berta Wilhelmi tuvo un hermano (hermanastro, en realidad) llamado Fernando (no menciona a ninguno llamado Luis), que llegó a ser Cónsul de Alemania en Granada, por lo que no murió de tisis siendo niño. Sin embargo, María Dolores Mirón, también de la Universidad de Granada, escribe:
Berta Wilhelmi nació en
Heilbronn, en el seno de una acaudalada familia alemana.
Hija de D. Fernando Wilhelmi y Dña.Carolina Heinrich, la
familia poseía una fábrica de papel en Heilbronn y, al
incendiarse ésta, Fernando, que era ingeniero e hijo de
un primer matrimonio de D. Fernando, fue a Granada a
montar dos fábricas de papel: una en el pueblo de Dúdar
y otra en la capital, en el Paseo de la Bomba; y
posteriormente una nueva fábrica, denominada «El
Blanqueo» en el término de Pinos Genil. Berta permaneció
en Alemania con su hermano Luis, al que estaba muy
unida. Al morir éste de tuberculosis, Berta, que contaba
doce años, se fue a vivir a Granada. Instalada toda la
familia en Pinos Genil, en el mismo edificio de la
fábrica, D. Fernando llegaría a ser, a finales de siglo,
Cónsul de Alemania en Granada.
Añadimos a estos datos que su hijo, el comandante de aviación Luís Dávila Ponce de León y Wilhelms falleció en accidente aéreo, el día 18 de abril de 1925 según consta en los distintos archivos históricos eclesiásticos y oficiales del ejército del aire. Su hija, Berta Dávila Ponce de León Wilhems, hermana del comandante, asistió a su madre Doña Berta hasta que ésta exhalara su último suspiro.
Por lo que hemos sabido hasta ahora, nadie en el entorno inmediato de la ilustre dama murió de tuberculosis, por lo que difícilmente los creyentes en fantasmas puede justificar su presencia como resultado de un alma torturada por las consecuencias de esta enfermedad. Sin embargo, se enfatizan los hechos luctuosos de su biografía, tejiendo con ellos una maraña de acontecimientos cruzados que nada tienen que ver con la realidad. De alguna manera Granada quiso inmortalizar, a su manera, a una mujer singular que se preocupó por la educación y la salud de niños y mayores. El alcalde de la ciudad acudiría a rendir su pésame a la familia en nombre de Corporación Municipal, cuando se produjo el óbito, el día 19 de julio de 1934. Berta Wilhelmi fue enterrada en el cementerio católico de la capital, en una modesta sepultura, siendo destinados los gastos de lo que hubieran costado sus honras fúnebres a obras sociales, según dejara escrito en expreso deseo de sus últimas voluntades.
Buen ejemplo de este sentimiento, extendido a todas las capas de la población, son las palabras con las que el periódico El Defensor de Granada se refiere a ella:
Los casos que cuentan que decidió terminar su vida, por las razones que se quiera, en el sanatorio que años atrás había fundado, dejan de manifiesto el desconocimiento de la filosofía vitalista que caracterizaba a Doña Berta. La muerte de un hermano a edad tan temprana no parece haberle afectado en la paralización de sus proyectos, antes bien, de darla por cierta, hubiera servido de incentivo para continuar su obra hasta el último de sus días. Si desde esta perspectiva, descartamos el suicidio, mucho más improbable nos parece que decidiera llevarlo a cabo por ahorcamiento. Los rumores locales que han trascendido sobre el tema de su autolisis refieren que se ahorcó en una de las habitaciones del hospital y que fue hallada por los empleados de ese centro sanitario.
Berta Wilhelmi, mujer de reconocido prestigio por sus inquietudes intelectuales, tanto en el mundo de la ciencia como en el de la docencia, tendría sin duda acceso al conocimiento de fórmulas más estéticas y discretas para poner fin a su existencia. Siempre hubo en su entorno médicos amigos que le hubieran informado sobre el tema. Si hubiera optado por elegir el momento de su desaparición practicando algún tipo de eutanasia, no le hubieran faltado recursos para llevarla a efecto de forma menos espectacular. En su sentido de la estética y de su filantropía parece absolutamente incompatible la idea de dejar a sus familiares el recuerdo y la herencia de un suicidio. Eso, aún teniendo en cuenta el haber tenido que pasar por el trance del accidente mortal de su hijo, el comandanta Luís Dávila.
Lo más probable es que la realidad se ajuste más a las versiones oficiales en las que se dice que Doña Berta murió como consecuencia de un derrame cerebral, si bien esto no queda documentado en ningún certificado de defunción. Lo cierto es que el misterio se empeño en rodear su final, incentivado por la necesidad popular de crear a su alrededor un alo de leyenda. Incluso en lo que se refiere a sus fotografías, se ha llegado a plantear la duda de si es ella realmente la que aparece en las imágenes o lo es su sucesora y amiga, la también súbdita alemana, Helene Bickman Alterhoff.
Desde entonces, son muchos los testigos que dicen haber v Nadie supo o pudo continuar su obra. Una de los últimos ecos de la leyenda se recogió por el periódico local El Ideal de Granada. Aquí dejamos recogida la noticia.
El Sanatorio estuvo funcionando hasta la Guerra Civil y la postguerra a cargo de su amiga Helene Bickman Alterhoff.-- Esa es otra historia que contaré. En la actualidad existe una calle cerca de la Avda. América con el nombre de Doña Berta, un colegio y una asociación también llevan su nombre.
La prensa del momento recogió la noticia de la inauguración del sanatorio, que fue recibida con entusiasmo por todos las fuerzas sociales de la época. Sus instalaciones no tardaron en ser ocupadas. El hospital tenía dos plantas dotadas de instalaciones que eran consideradas como de las más modernas de su tiempo. Contaba con agua corriente y calefacción, consultas de cirugía general y otorrinolaringología, cocina, almacenes, cuartos de baño, servicio de lavandería, galerías solarium y de ocio. Finalmente se puso la instalación eléctrica. De las veinticuatro habitaciones, doce estaban destinadas a los hombres y doce a las mujeres. El mobiliario fue financiado por la reina Victoria Eugenia. Prácticamente la totalidad de los pacientes recibían asistencia gratuita, si bien algunas contrataban media pensión ya que por tres pesetas disfrutaban de una dieta adecuada con abundancia de frutas, leche y carnes.
Fue inaugurado en el año 1923 y tres años después se amplió con un pabellón infantil con dieciséis camas para niños y niñas al que se le puso el nombre de su hijo, fallecido en accidente de aviación en el aeródromo de Armilla: Pabellón Luís Dávila Wilhelmi.
Durante la guerra civil.... Sin embargo, por causas no muy bien explicadas, el hospital tuvo que cerrarse y trasladar a sus enfermos.
El Sanatorio estuvo funcionando hasta la Guerra Civil y la postguerra a cargo de su amiga Helene Bickman Alterhoff.-- Esa es otra historia que contaré. En la actualidad existe una calle cerca de la Avda. América con el nombre de Doña Berta, un colegio y una asociación también llevan su nombre.
http://sp.ideal.es/alfaguara/noticia.php?id_noticias=368
Los investigadores sabían que algunas personas habían contemplado la aparición espectral de una enfermera que vagaba por las estancias de la construcción, acompañada por lo que los testigos identificaron con un gran perro negro. Los dos principales investigadores, Juanjo y Antonio Guzmán, pasaron muchas noches en vela con el objetivo de toparse con la presencia fantasmal. Una noche, junto a otra persona, comenzaron a escuchar unos pasos en la lejanía, cuyo sonido venía acompañado por una voz susurrante. Acto seguido, los tres vieron la imagen de una mujer de pelo blanco, con unas ropas del mismo color y una cara muy demacrada. Lo sorprendente es que la figura se desplazaba lentamente, pero a varios palmos del suelo. Antes de que ninguno de los presentes pudiese reaccionar, la mujer se volatilizó en el aire. Días después, los hermanos Guzmán, tras una intensa investigación en archivos y bibliotecas, dieron con una vieja fotografía en blanco y negro de Bertha Wihelmi. Cuando la contemplaron por vez primera, ambos se miraron con cara de asombro y cierto temor. Era el mismo rostro que habían contemplado en el interior del sanatorio encantado. ¿Aun vaga entre sus derruidos muros la figura espectral de Bertha Wihelmi? Eso, al menos, es lo que nos confirmaron quienes han tenido el valor de adentrarse en el corazón de la Sierra de Alfaguara, en pos de unos fenómenos que continúan produciéndose y para los cuales todavía no existe una explicación racional.
La verdad es que hay un poco de confusión con algunos datos, la foto de abajo no se sabe ciertamente si es de Bertha o de Elena Bickmann, otra mujer que trabajaba en el sanatorio. Las últimas noticias, dadas por un anciano que fué paciente en ese hospital, dicen que es Elena y que es ella tambien la que se aparece en ese lugar. Incluso viendo las fotos dice reconocer a los perros que había en ese sanatorio hace setenta años.
Pero la
muerte de su hermano seguía atormentándola por lo
que inicia en Granada una lucha propia contra la
enfermedad, inaugurando, en 1923, el sanatorio de la
Alfaguara y, en 1924, un preventorio para niños y
niñas con todas las características de una escuela
al aire libre A la
inauguración de este centro, acuden todo tipo de
autoridades, ya que el centro es considerado de gran
importancia debido a la alta cantidad de enfermos
que había. En su inauguración el centro cuenta con
dos plantas y un total de veinticuatro camas, doce
para hombres y doce para mujeres
ttp://blogdebelenpuertas.blogspot.com/2010/05/sanatorio-de-la-alfaguara.html
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