Almería, última capital en rendirse a la dictadura de Franco, fue sometida a un premeditado castigo de aislamiento tras el final de la Guerra Civil. La falta de vías de comunicación y la ausencia de ayudas económicas a sectores que otrora fueran florecientes, la dejó aislada en una especie de tierra olvidada que le permitiría conservar paisajes vírgenes de insuperable belleza. Algo parecido sucedió con parte de su patrimonio etnológico, que ha llegado casi intacto a nuestros días. Eso, a pesar de las reiteradas agresiones que las depredadoras empresas turísticas han proyectado sobre esta región, con la interesada complicidad de las autoridades culturales de la provincia.

Vista aérea de la Sierra de Gata y Las Salinas.

Foto: Jesús Contreras (2010)

Isla de San Andrés en Carboneras (Almería).

Foto: Carmen S. Cervantes (2010)

Uno de esos tesoros del legado popular se localiza en el paraje de Las Salinas de Cabo de Gata. Nos referimos a los tornos de varada que todavía se mantienen en pie, frente al popular barrio salinero. No hace muchos años, todavía podíamos contemplar algunos de ellos en el barrio de San Miguel de Cabo de Gata. Fueron arrancados de su punto de ubicación con el falso pretexto de que resultaban molestos para los bañistas de su playa. La realidad es que, políticamente,  resultaba más barato erradicarlos que mantenerlos. Es este sentido, si bien la responsabilidad hay que exigirla a las distintas administraciones que debieron velar por su conservación, no pueden quedar exentos de culpa los propios vecinos de la zona, que nada hicieron por mantener el patrimonio heredados de sus mayores.

Tornos localizados en el barrio de Cabo de Gata, muchos de ellos actualmente desaparecidos. 

Foto: Milagros Soler Cervantes (2008)

Tornos de varado frente al poblado de Las Salinas de Cabo de Gata.

Foto: Jesús Vílchez (2010)

El varado de las barcas, tanto las empleadas para el transporte de la sal como las que se usaban para faenas pesqueras se realizaba por medio hiladas de pescadores arrastrando la embarcación hacia la arena, enganchando las barcas a los animales de tiro  como mulas y bueyes, o bien con el mecanismo de ayuda que proporcionaban los tornos.

Los tornos de varada permitían transformar un movimiento giratorio en una fuerza lineal, consiguiendo reducir el esfuerzo que supondría el desplazar un objeto de no utilizar su mecanismo. Aunque los tornos podían tener distintas formas de tracción (hidráulicas o eléctricas) eran conducidos por uno o dos marineros, dependiendo de la fuerza que tuvieran que aplicar en ellos, según el peso de la embarcación.

El torno de varada que encontramos en las playas de Cabo de Gata consiste fundamentalmente en un cilindro horizontal (tambor) sobre el que se enrosca un cable de metal o una cuerda que se enrolla en bobina cuando este gira sobre su eje mayor. Este tambor  se sujeta en dos soportes semejantes y simétricos situados en sus extremos. Los soportes se mueven al unísono impulsados por el trinquete o engranaje que sirve para aplicar la fuerza impulsora a través de la manivela (biela) que sirve para aplicar el movimiento giratorio.

Distintos tornos frente al barrio de Las Salinas de Cabo de Gata.

Foto: Carmen S. Cervantes (2010)

Barca amarrada en un torno, frente a la iglesia de Las Salinas

Foto: Carmen S. Cervantes (2010)

Todos tienen el mismo tipo de patrón mecánico. El eje adopta posición vertical, soportando la bobina en la que se enrosca el cable de arrastre. La bobina estaba sujeta a una estructura rectangular o cuadrada, clavándose su base inferior en la arena y la superior en el centro de las traviesas horizontales opuestas. Esta estructura romboidal se refuerza en su lado posterior con una viga de madera de forma que sería la hipotenusa de un imaginario triángulo rectángulo cuyos catetos serían la línea de arena y su soporte vertical. Sobre la traviesa horizontal superior, rematando la bobina, estaba la cabeza de biela. Perforada con un agujero transversal, en él se introducía la manivela en la que se aplicaba la fuerza.

Componentes de un torno típico de Las Salinas

Foto: Carmen S. Cervantes (2010)

Los tornos de Las Salinas tienen pocas variantes, tanto mecánicas como estéticas. Solamente sobre la cabeza de biela se ponían distintivos de diferentes formas y colores que solían ser del mismo color que el que prevalecía en sus barcas correspondientes. También existen ciertas diferencias  en el terminado de las bobinas. Eran en su totalidad de madera con refuerzos de hierro. Los cordones de arrastre podían ser de metal (cables) o de fibra vegetal (cuerdas).

Decoración en las cabezas de biela. Solían estar conjuntadas en color con el de sus respectivas barcas.

Estructura de un torno en Las Salinas de Cabo de Gata.

Foto: Carmen S. Cervantes (2010)

Forma de amarre de una barca en Las Salinas de Cabo de Gata.

Foto: Carmen S. Cervantes (2010)

El torno es una máquina simple, con una sencilla base que sujeta el rodillo; éste se fija fija en dos puntos de apoyo llamados chumaceras. Su física responde a las leyes de la palanca. No hemos tenido noticias de la existencia de estudios sobre las distintas tipologías de tornos para varado en las costas de Almería, pero sí hemos observado que existen ciertas variantes con respecto a otros existentes en puntos próximos de la costa andaluza. Observamos, por ejemplo, que en algunas playas de la provincia de Málaga este mismo tipo de máquina adopta un aspecto diferente. Tal es el caso en algunos localizados en la playa de Vista Linda en Marbella. En ellos, el eje del torno y la bobina se insertan en el centro de una estructura en forma de mesa  que le confiere mayor solidez. La diferencia puede deberse a que en Almería, la adquisición de madera resultaba más difícil que en la provincia malagueña, de ahí que se minimizara el gasto de la misma en la construcción de los soportes.

Torno en forma de mesa en Vista Linda (Marbella-Málaga)

En este momento, el censo de los actuales tornos localizados en Las Salinas de cabo de Gata deben rondar el número de 15 o 20 ejemplares. La mayoría de ellos están en estado de absoluto abandono, siendo apenas unos seis o siete los que siguen siendo utilizados. Según hemos sido informados por los propios vecinos del poblado, cada barca tiene su torno en propiedad, si bien donde se levantan son terrenos colectivos. Los que se sitúan frente al poblado, donde era costumbre amarrar las barcas. Suelen estar equidistantes, siendo la separación entre ellos de unos cinco metros aproximadamente.