Pedro Garciarias
HAIKU Nº 11 - Año 2006
Presentación en papel offset Munken característica de los Pliegos del Azul de Pedro Garciarias.
Pliegos del Azul
compuestos por un texto y doce poemas
de Pedro Garciarias, según la Escuela Shinkeikoo,
y una ilustración. Se acabó de imprimir en los talleres
de Bodonia, S.L., el 14 de diciembre festividad de San Juan de la Cruz.
Para el texto se han utilizado caracteres Times, sobre papel
Lessebo Desing de 150 gramos. La edición de este nº 11
consta de 300 ejemplares numerados
del 1 al 300 y 30 en
cifras romanas.
Ejemplar nº 230/ 300
"Feliz Año 2006"
Garciarias
将軍
Presentación en papel offset Munken característica de los Pliegos del Azul de Pedro Garciarias.
Tras el espejismo de objetos a la deriva, como navegando en alta mar, flotaban en las aguas de la bahía de Ise mil restos de un naufragio deslizándose sobre las olas. Decenas de botellas de vidrio se movían entre la espuma, de un lado para otro, parecían pequeños barcos transparentes con papeles de colores dentro; varios tambores, estatuas de madera, un shamisen* dorado sobre un biombo de bambú y atada a un pescante la capa roja de un soldado, en la época Edo los samurais cubrían sus armaduras con estos mantos: un jimbaori escarlata con un bordado en forma de serpiente. En medio de aquel caos se divisaba el tronco de un cuerpo abrazado a una botella de cristal con un dibujo de flor dentro. Era Kwan, antiguo soldado del shögun de Edo que ahora se ganaba la vida preparando lacas rojas de los artesanos; la ternura, con callos en sus manos, había sobrevivido a los años, su alma no era viajera, era un hombre transformado por el color que sabía iluminar los fondos abisales de la bahía con su fosforescencia roja, su ser era rojo, color secreto de la noche oscura, ¡sólo color!, y esperaba el deseo, caricia vertiginosa en el agua; ya había ardido en su propio jardín y ahora voyeur de aquel pigmento, como un magma de sangre, lo veía iluminarse, al decir de Valéry, como lo mas profundo de su piel, el fuego se filtraba por los poros hacia fuera y entonces perdía el sentido, embriagado por aquel rojo tan dulce, como cerezas. También aquella noche, en la bóveda estrellada, Marte brillaba enrojecido sobre su cabeza, ¡que lento se hizo el ascenso del gong plateado de la luna sobre el piélago! De repente, la cara de Kwan se abrió a la sorpresa, se estaba salvando abrazado a un frágil vidrio, aunque lo mas sorprendente era que la botella revelaba claras referencias de su salvador y reflejaba en su superficie la dicha que reside en la espera de la mano que salva; prefigurando la realidad, aquella botella abría en su interior un espacio capaz de recibir todas las hipótesis y los sueños. La otra realidad se imponía a la presencia, como una forma universal de hablar mediante objetos, ofreciendo la visión de lo arcano contenido en el interior de una belleza en flor. Al amanecer, la corriente devolvió a Kwan a la bocana del puerto, sin desasosiego, con armonía, sonido y rima, abrazado a aquella cintura de cristal tallado, que como una Venus Myrtea, grávida de flor, surgía del profundo océano. Afortunadamente, no todos los náufragos se ahogan, siempre hay una mano que los rescata. * shamisen: Laúd japonés de tres cuerdas de seda, que se tañen con la ayuda de un plectro de marfil.
Presentación en papel offset Munken característica de los Pliegos del Azul de Pedro Garciarias.
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