¿Cuál es la asignatura que
imparte en la Universidad de Granada y
en qué consiste?
Son dos asignaturas de licenciatura
las que imparto en los últimos cursos, y
además unos cursos de doctorado.
Sociología de la literatura española,
que organizo de acuerdo con los alumnos;
propongo algunos núcleos de discusión en
clase, siempre dentro del siglo XX, ya
en su comienzo (la coyuntura de 1868),
ya en su punto de primera quiebra
(1900), ya en su proceso de ruptura (las
coyunturas y situaciones de 1923,
1931/36, en la guerra de clases de
1936/39 y la prolongación de sus
mecanismos de represión políticosocial
durante la postguerra fascista hasta
1975). De hecho, ni la guerra de clases
ni el dominio del fascismo constituyen
asunto de discusión en esta asignatura,
por cuanto los alumnos suelen estar
también matriculados, o lo han estado en
otro curso, en la segunda asignatura:
La literatura española desde 1939 hasta
hoy: dictadura, exilio, democracia,
en donde nos ocupados en concreto de
esos asuntos señalados. Por ello, en
Sociología…, los debates llegan
hasta la guerra de clases del 36/39, y
damos un salto para encargar las
investigaciones de campo que versan
sobre la actualidad: los alumnos habrán
de investigar la producción de la
cultura de Estado o cultura
subvencionada, con el año eje de 1982,
cuando suben los socialdemócratas a
usufructuar el gobierno de los aparatos
de Estado.
En cuanto a la mecánica docente,
necesariamente el alumno ha de
intervenir, discutiendo todos los
asuntos tratados, sobre la base de
escritos y documentos, artículos,
poemas, libros, etc. y discutiendo lo
primero mis propias palabras, mis
propios argumentos, mi propio discurso
de profesor con el que iniciamos las
sesiones de docencia. Por supuesto, no
hay exámenes sino trabajos que se
valoran en su participación o en el
resultado de la investigación
cumplimentada por grupos de alumnos.
El curso de doctorado se centra en
las relaciones y las prácticas de los
escritores e intelectuales en la guerra
de clases del 36/39. Su título,
Intelectuales y escritores en la guerra
de España. Aquí hay aun más debate,
a partir de escritos y documentos que yo
propongo y que aporten por su parte los
alumnos. También se invitan a profesores
de otras universidades a que participen
en el curso; estos años últimos han
venido el profesor Julio
Rodríguez Puértolas y
César de Vicente.
¿En qué puntos no coinciden
sus opiniones con las de sus compañeros
de departamento?
No sabría responderte en profundidad.
La mecánica departamental no permite la
confrontación intelectual de cada una de
nuestras posturas o metodologías de
estudio y exposición pública de nuestra
concepción de la literatura. Sabemos
cada uno por dónde va o puede ir cada
quien. Sabemos que hay profesores
partidarios del idealismo, del
empirocriticismo, del historicismo, e
incluso del espontaneísmo e
impresionismo. Y también partidarios de
la sociología literaria, aquella que
habla del texto y el contexto y en este
no coloca ni siquiera las relaciones
sociales sino la sociedad así dicha, en
absoluto o genérica. También,
partidarios de un marxismo no originario
sino pasado por intermediarios o nuevos
marxistas que van adecuando las
concepciones de Marx a los nuevos
tiempos modernos y postmodernos, de tal
suerte que todo Marx se pierde en el
proceso y queda vuelto del revés. Y
también, los que se mantienen sujetos a
una teoría que discursea sobre sí misma,
en una especie de teoricismo obsesivo,
que nunca se aplica ni siquiera como
herramienta de trabajo sobre el supuesto
objeto de estudio, la literatura, los
escritores, los intelectuales, el
proceso de producción histórica de la
ideología literaria en España.
Entre estos teoricistas obsesivos
incluyo los llamados
althusserianos.
En cuanto a mi pensamiento,
reivindico una lectura directa de los
escritos de Marx y
Engels, en donde
encuentro los conceptos fundamentales
para entender las necesidades de clase
que cumple la ideología, centrándola en
su sectorialidad literaria y su
intervención en la lucha de clases.
También en Althusser,
estrictamente traducido y sin quitarle
los objetivos clasistas de los aparatos
ideológicos. Y por fin, Gramsci,
radicalmente imprescindible si
consideramos a los gestores y agentes
ideológicos burgueses, los escritores e
intelectuales. De sus conceptos concluyo
en la concepción de la literatura como
un arma ideológica para la lucha de
clases, en la formación de los FICs, los
Funcionarios Ideológicos de Clase, para
comprender a todos aquellos gestores y
agentes, sus funciones, sus lugares, sus
posiciones y actitudes, sus prácticas,
su prestigio, su gloria y fama, etc.
¿Cómo son sus alumnos? ¿Cómo
son sus clases de enseñanza marxista de
la historia de la literatura? Cuando
un alumno suyo escribe en un comentario
de nuestra noticia que usted en sus
clases llama a Lorca maricón y fascistas,
¿qué piensa?
Mira: quien diga que yo en mis clases
llamo a Lorca “maricón y fascista”,
primero y principal, ese que lo dice no
ha pisado nunca un aula donde yo imparta
conocimiento de las relaciones de clase
de los escritores e intelectuales.
Además, no sabe lo que dice, ni qué ni a
quiénes reproduce. Por otra parte, los
alumnos con que me encuentro cada curso
vienen de cualquier rincón de Europa, en
una proporción del 75 por ciento mínimo
con respecto a los indígenas españoles,
y todos andan igual de desinformados, lo
mismo de desinteresados; vamos, que no
sé ni a qué vienen, como no sea a
jornadas varias de turismo cultural
europeo en Granada. Con ellos intento no
teorizarles para nada, sino pasar a la
práctica, al conocimiento práctico de la
literatura, con lecturas y explicaciones
a partir de los textos leídos. Les digo
que utilicen manuales, para la
localización de hechos y obras, de datos
y autores. Y desde el primer día paso a
hacerles razonar cuanto decimos, leemos
y discutimos. No oculto mis principios
marxistas, pero como tú comprenderás
¡inviable e imposible el proselitismo
con el marxismo, con mis palabras y
enseñanzas antidogmáticas, tan
contrarias a cualquier teología, a
cualquier sacralización y sus artículos
de fe! Y a esos alumnos ¡cómo
dogmatizarlos! Me limito a hacerles
pensar: a pensar la literatura, a pensar
la ideología; a que piensen por qué y
para qué la literatura, los tecnicismos
a que se limita su historia y su
práctica, la concreta circulación y
sacralización de poemas y obras, de
creadores e iglesias adoratrices de
tales creadores los autores y sus
creaciones, eterna y universalmente
(¡ahí es nada!) reproducidos por los
siglos de los siglos de la humanidad
hasta el infinito y más allá.
El juicio Fortes contra
Montero
¿Demandó
usted a Luis García Montero con el
objeto de reparar su honor o con algún
otro objetivo?
El moralismo lo considero una trampa,
para no llamar a las cosas por su
nombre. En la lucha de clases no hay, no
cabe moralidad ninguna, y si me apuras
sólo entiendo la moral en el trabajo
intelectual; aunque, por supuesto, sé
que las cuestiones morales invaden la
vida. Sin embargo, no es este el caso,
no recurrí al aparato judicial para
reparar nada, sino para utilizar las
armas legales que el sistema democrático
parlamentario burgués pone a mi alcance
en cuanto sujeto explotado que soy, que
paga sus impuestos, que es declarado
sujeto de derechos como la libertad, la
justicia, etc. Y utilizar sus propias
armas, para delimitar el abuso que de
ellas hacía otro sujeto libre,
democrático, moral, etc. que pervertía
los propios principios de la democracia
burguesa haciendo un uso ilegal de ellos
al confundir la libertad de expresión
con libertad de insulto e injurias, de
falseamientos y manipulación de hechos y
de personas, etc. Y aun así, recurro al
último de los poderes burgueses sólo
cuando el señor Luis García
Montero pone en marcha la
maquinaria de un aparato ideológico de
clase dispuesto para sus fines, a saber,
la destrucción o aniquilamiento de un
contrincante, de un contrario, de un
enemigo, es decir, el pensamiento y la
práctica intelectual que yo personifico.
Porque nunca tampoco hemos de caer en
otra trampa paralela al moralismo, la
trampa de reducir a cuestiones
personales todo tipo de cuestiones o
problemas que produce la vida, vivir día
a día el sistema capitalista. Porque
nunca se trata de asuntos personales, ni
siquiera en este caso de asuntos
académicos, sino que desde el primer
momento público el enfrentamiento se
dirimía en el campo de las ideas, en los
lugares del pensamiento y sus posiciones
de izquierdas, incluso descubriéndose
abiertamente en sus dimensiones
políticas, en su alcance social, sin
tapujos. Porque se invocaba al fascismo,
se me acusaba de practicar un marxismo
de cuarta fila, para acabar solicitando
del aparato universitario mi expulsión,
la depuración del disidente o el
desviacionista o sencillamente el
perturbado y criminal. Se había abierto
un auto de fe, un proceso inquisitorial
cuya panoplia desarrollaba la implacable
maquinaria de patologización y
criminalización aplicada al proletariado
militante y revolucionario desde la
Primera Internacional.
Había que desnudar la cuestión que de
hecho se estaba produciendo, y había que
hacerlo donde se estaba produciendo, en
medio y con los medios del sistema
democrático burgués en su fase de
legitimación del capitalismo de
acumulación salvaje de ganancias
globalizadas. Cuando además se trata de
quitar las máscaras con las que hoy el
amarillismo se disfraza para infiltrarse
en las organizaciones de la izquierda.
¿Cree que
la sentencia ha restaurado algo o el
discurso mayoritario de los medios de
comunicación lo ha impedido?
Si entramos al trapo e incluso lo
decimos con el mismo lenguaje del
sistema, la sentencia en firme establece
lo que es y lo que no es, hasta aquí la
legítima y legal libertad de expresión y
sus manifestaciones, desde aquí el
ilegal insulto y el “delito de injurias
graves con publicidad”. Un poder de
legalización/ilegalización que en
estricto sólo tiene el aparato jurídico
y que funciona en conjunción con los
poderes de legitimación/ilegitimación
con que se arrogan los aparatos
ideológicos informativos, publicistas,
culturales o también los literarios. Así
que no hay disyuntiva, y aun menos
exclusión, sino campos diferentes aunque
conjuntos de funciones ideológicas
necesarias para que vivamos la vida bajo
el capitalismo como la vida misma.
Con respecto a los hechos concretos
que nos ocupan, el caso García Montero,
en una función pues, la sentencia firme
dicta su veredicto inapelable de
legalidad/ilegalidad, mientras que en
las otras funciones todavía estamos
dirimiendo los hechos, el
enfrentamiento, este episodio más de la
continua lucha de clases que vivimos y
cuya legitimidad/ilegitimidad no estará
nunca decidida ni cerrada sino que nos
atañe decidir (dejar hacer o impedir)
día a día. Y en estas estamos.
Populismo y literatura
¿Cuándo ha habido conciencia
de clase en el espíritu del pueblo
español que se haya trasladado a la
literatura?
“Espíritu” y “pueblo” constituyen dos
ideologismos claves y fuertes de la
ideología burguesa. Entremos en el que
entremos, nos perdemos, nos aniquilan
nuestros enemigos. Incluso iniciarse si
quiera por la orilla de las aguas
pantanosas o las tierras movedizas del
“espíritu” y sus ectoplasmas estaba
condenado al fracaso desde su otra
variante ideológica, el racionalismo y
empirismo burgués; cuánto más nosotros,
desde posiciones marxistas. No así
tanto, si nos adentramos por los campos
del “pueblo”; aquí, ya sí podemos
utilizar una perífrasis, ya que así lo
imponen los dueños del lenguaje, para
poder comenzar a entendernos en medio de
tales principios absolutos o nociones
(que no conceptos), y hablar en
consecuencia de “pueblo con conciencia
de clase”, “pueblo revolucionario”, etc.
Para la burguesía en España, la del
siglo XIX, “pueblo” no era más que el
conjunto de contribuyentes y por tanto
sujetos políticos, es decir, “pueblo” no
eran más que ellos, el tercer estado,
los burgueses, con toda la parafernalia
de hombres de leyes y hombres de letras
dedicados a producir conciencia de clase
y darla para uso y consumo del conjunto
social burgués (y ahí habría que situar
la sectorialidad llamada literaria, toda
la historia de la literatura española).
Hasta que, con la Primera Internacional,
el cuarto estado comienza a dejar su
existencia animalesca o animalizada y
pasa a exigir reivindicaciones en sus
condiciones de trabajo y de vida, esto
es, comienza a tomar conciencia de clase
obrera o trabajadora, que no tiene más
que su fuerza de trabajo, frente a los
burgueses o dueños del capital (dinero,
fábricas, etc.). En este punto histórico
y después de muchos muertos, la clase
obrera se organiza en movimiento obrero,
que de inmediato es dividido
internamente desde las posiciones
burguesas que, para completar su
victoria de clase y entre otras trampas,
comenzará a producir políticas y
discursos populistas: así, la
participación política o sufragio
universal, la literatura obrerista, la
literatura verbenera y sus ideologías,
etc. ¿Cómo y cuándo encontrar no
populismo y sus variantes, sino
“literatura obrera con conciencia de
clase proletaria”? Esa es la
investigación, para no seguir
reproduciendo la noción de “popular”.
Que ya lo dijo Juan Ramón
Jiménez, intelectual orgánico
de la burguesía liberal republicana, no
hay “arte popular” sino “tradición
popular” del arte burgués.
Si los clásicos temas
lorquianos están tan desprovistos de
conciencia de clase, ¿cómo ha sucedido
que Lorca se venga vendiendo desde hace
tanto tiempo como el gran poeta de la
izquierda?
Nunca ni para nada la escritura de
ningún intelectual orgánico “está
desprovista de conciencia de clase”.
Antes al contrario, su trabajo consiste
en producir ideología (de clase) que
organice y dé coherencia a la propia
clase, y le dé razones para dominar al
resto de las clases sociales, a luchar
contra ellas. La literatura es un arma
(ideológica, claro) para intervenir en
la lucha de clases, desde posiciones
clasistas, frente a las clases enemigas,
etc. ¡Y yo no he hecho el lenguaje, como
para vernos obligados a repetir y
repetir de continuo el concepto “de
clase”!
Ahora bien, que desde el idealismo se
desprovea a la literatura de
¡¡“ideologías subyacentes”!!, o en el
juego complementario se le pretenda
proveer de ¡¡“ideologías aclasistas”!!,
o en el colmo de los cinismos o
amarillismos al trabajo clasista de un
intelectual orgánico de la burguesía en
bloque en funciones de poeta
neopopulista, nuestro Federico
García Lorca, se le quiera ver
“de izquierdas”, eso, eso forma parte de
los montajes reaccionarios e
historicistas para seguir reproduciendo
ideología burguesa incluso entre y por
sus enemigos de clase. Desmontar este
último servicio a su propia clase de
origen y pertenencia por parte de
Federico García Lorca constituye el
objetivo primero de mis investigaciones
literarias.
¿Qué ha sucedido para que cuele y se
establezca, para que se imponga este
amarillismo, Lorca como poeta de
izquierdas? Es muy prolijo -lo razonaré
en el libro que estoy ya escribiendo,
para desmontar como te digo este
servicio último del mito lorquiano-,
pero a la vez ofrece situaciones y
razones coyunturales que puedo enumerar,
algunas al menos: en primer lugar, la
victoria del fascismo en 1939 y la
constitución de su dominio ideológico,
donde algunos FICs orteguianos
encuentran reconocimiento y acomodo
-hechos y situaciones falseados con
categorías tales a exilio interior,
resistencia silenciosa, la dignidad de
la disidencia, etc.- y su exaltación
generacional e individual durante la
postguerra en España.
En segundo lugar, la derrota del
proletariado y su pensamiento
revolucionario, es decir, no estalinista
ni socialista.
Y desde ahí, en una cadena (de
transmisión) que comienza en septiembre
de 1936 y en medio de una política de
producción de ideología frentepopulista
de guerra -política dirigida por los
estalinistas con los aparatos
ideológicos de estado, desde el
Ministerio de Instrucción Pública; por
si quieres tener personalizaciones del
asunto, ten el de nuestro Rafael
Alberti y su radical ignorancia
del pensamiento marxista, del marxismo
como herramienta de conocimiento y de
lucha; por si quieres tener el nombre de
cualquier otro aparato ideológico, ten
el de la
Alianza de Intelectuales
Antifascistas, con el
espectáculo de sus congresos y
escritos-, siguiéndose por todos los
derroteros perdidos de las ideologías
del exilio republicano, hasta producir
el proceso de mitificación, de culto a
la personalidad e idiosincrasia
lorquiana, Lorca, el ungido poeta, el
único que era único, dotado como ninguno
de gracia y duende ¡donde él estaba
hacía Federico!; esto es, el proceso de
su sacralización, que tiene como
coyuntura de inflexión los años de la
falsa transición política, 1975/82,
cuando se monta su proyección definitiva
a los altares, en medio de las
ceremonias de la confusión ritualizadas
y concelebradas por toda la caterva de
la iglesia ortodoxa lorquiana, con sus
sumos sacerdotes, fieles y feligreses,
ritos y dogmas, principios de fe y
teología, etc. Hasta hoy día, cuando el
ascenso irresistible de todo ello, en
perfecta armonía con la producción de
intereses y beneficios en dinero y en
plusvalías ideológicas -al servicio
siempre de los intereses y objetivos
históricos del capitalismo y sus poderes
de clase- alcanza su máxima forma -esto
es, su formalización política y de
mercado-desnudamente como marca
registrada: ¡Federico García Lorca, FGL
/ marca registrada!
¿Podría explicarme cómo
accede Lorca a la élite intelectual
burguesa y cómo se alinea en el dominio
ideológico orteguiano?
Resulta de lo más evidente, y un caso
más colectivo como otro cualquiera, si
vemos los hechos en la propia historia
de los intelectuales orgánicos de la
burguesía interviniendo en la lucha de
clases durante la modernidad
republicana. Desde su origen se
encuentra metido en los engranajes de
los aparatos de formación y selección de
las élites dirigentes; desde la escuela,
la enseñanza secundaria, universitaria,
los aparatos ideológicos centrales y
centralizados (no periféricos) tanto
geográficamente (en la capital del
estado) como funcionalmente, ya en torno
a políticos e ideólogos directores en
jefe (Ortega y Gasset,
De los Ríos...), ya en
redes de relaciones familiaristas, ya en
el amiguismo con personalidades del
campo de las artes literarias y
escénicas (Marquina,
Rivas Cherif,
Margarita Xirgu),
ya en lugares de reconocimiento y
encuentro organizados por la propia
clase (Residencia
de Estudiantes, periódicos, revistas
y editoriales, liceos, clubs), ya a la
sombra de los poderes políticos y sus
prebendas, sus subvenciones, sus
publicismos, etc. Todo lo cual y en sus
relaciones constituye un dominio
ideológico de clase burguesa en bloque;
por más que, desde la historia oficial
establecida (desde la victoria del
fascismo, 1939/75), a todo el dominio en
bloque se le aplique el nombre de la
fracción hegemónica y se le llame
orteguismo; y por más que, en el dominio
orteguiano por tanto, también nosotros
sólo encontremos intelectuales,
escritores, poetas, artistas, etc., esto
es, FICs, Funcionarios Ideológicos de
Clase.
Así que el FICs (alias) Federico
García Lorca no “accede”, sino que nace
y está y no abandona nunca los aparatos
y lugares intelectuales que en el
dominio ideológico su propia clase tiene
organizados para que sirva precisamente
sus intereses y objetivos históricos de
dominio y dominación de clase. Y como te
digo, este servicio lo cumple mucho más
eficazmente después de su asesinato
político en los días de la
contrarrevolución (que no guerra civil,
que no hubo nunca en España, sino guerra
de clases) en agosto de 1936.
Lucha de clases y literatura
En un estado con gobierno del
PSOE, es más fácil organizar un
márketing que funcione bien para vender
productos culturales bajo una etiqueta
de izquierdismo; un valor añadido para
vender mejor. A su juicio, ¿hay
neopopulismo disfrazado de izquierdismo
en nuestra literatura actual?
Aunque el izquierdismo tiene muchos
disfraces, sin duda el populismo es uno
de sus más experimentados en la
historia, por sus adecuaciones a las
relaciones de producción, a los cambios
en las condiciones de vida y de trabajo,
a los cambios sociales, etc. Ha
demostrado un alto grado de rendimiento
y eficacia. Hoy sin embargo no es
tampoco el neopopulismo (circunscrito en
principio a las coyunturas de 1923 y
1931; en 1936 se transforma en
frentepopulismo, luego en
frentepopulismo de guerra, etc.) la
máscara más rentable, por la que los
poderes capitalistas de acumulación
globalizada obtengan más beneficio en
dinero y en ideología servil. En mi
opinión, el izquierdismo se rentabiliza
más si pone a la venta como primera
mercancía al propio intelectual, que
ocupa lugares mediáticos (en programas
de televisión, contertulios, etc.), que
gestiona y dogmatiza los “valores” que
proclama como principios y valores “de
izquierdas”, aunque necesariamente haya
de encontrarlos en la vida misma, en la
vida diaria en el capitalismo salvaje,
en donde su “izquierdismo” le permite
actuar a la vez de chamán y de
chamarilero, porque no solo cataliza
como normales y naturales de la vida
misma los valores de capital, no sólo
así los exalta en sus discursos (poemas,
canciones, novelas), sino que además
vigila la socialización -la
normalización, la naturalización- de su
funcionamiento ideológico social.
Ah, y ya sabes que, en el mercado de
los bienes culturales, el más cotizado y
completo catálogo de ofertas
izquierdistas de disfraces se publicita
sin alias ni tapujos, sino con nombre y
apellidos, vamos, a cara descubierta,
con letras capitales y letreros
rutilantes de ¡postmodernidad y
progresía!
¿Hay un asedio al marxismo?
¿Hay un arrinconamiento de la historia
social de la literatura española?
No, asedio no, sino aniquilamiento.
Puro y duro aniquilamiento.
Y en los destrozos, entre los
escombros surgen por doquier marxistas
de todo pelaje ¡incluso neomarxistas que
no encuentran ni nombran la clase ni las
clases en las postmodernas relaciones de
producción, de explotación, de dominio
político, o si quieres sociales o
intelectuales! ¡Dónde va un ¿marxista?
sin ni siquiera el concepto de clase
como herramienta fundamental de
conocimiento y trabajo, de
transformación del mundo inmediato!
Vamos, la releche. Y no te digo nada, si
pretendes ver la materialización de la
lucha de clases en cualquiera de las
prácticas, de los discursos, de los
lugares intelectuales, de las posiciones
políticas o concretamente literarias,
por responder a tu pregunta.
De tal manera que, por seguir
igualmente el sentido de tu pregunta, en
el mercado se oferta una suerte de
sociología de la literatura que ella
misma a sí misma se denomina “sociología
recreativa”, fíjate tú, que no pasa de
ser socialidealista y cuando mucho llega
a empirocritista, a historicista, a
descriptivista, en fin.
¡Qué lejos hoy de aquella
Historia social de la literatura
publicada por los profesores
Blanco Aguinaga, Julio
Rodríguez Puértolas e
Iris Zavala! ¡Ojalá que podamos
actualizarla, ponerla al día, más acá de
1975! Y dado como está el mercado, ya te
digo, yo propondría que se titulara
nuestra publicación, porque no podría
ser más que un trabajo colectivo,
Literatura y lucha de clases en España,
años…
¿Existe una lucha por el
poder de la cultura en España? ¿Hay
bandos? ¿En qué momento se encuentra?
No considero que haya hoy, en ninguna
parte del capitalismo de globalización,
ninguna lucha por el poder de la
cultura. En todo caso, en la
territorialidad de España hay escarceos
internos o escaramuzas entre fracciones,
jugando a que se pelean para dar el
espectáculo que vender, la mercancía de
rivalidades, de libertades contrarias,
de oposición, incluso de que hay
izquierdas, vamos, el izquierdismo como
mercancía. Pero no, que sólo hay un
único y dominante pensamiento posmoderno
y progre que pide para sí el papel de
poli bueno y deja el papel de poli malo
a su otra cara de la misma falsa moneda
de curso legal, el reaccionarismo puro y
duro. Una alternativa en el poder entre
fracciones turnantes (y hay datos,
hechos diarios de todo ello: en la
dirección de los aparatos ideológicos de
clase y de estado, en cualquiera de los
lugares intelectuales del funcionariado
y sus jerarquías, en los FICs), que son
una y la misma, con una misma política,
unos mismos objetivos e intereses de
clase capitalista. Una alternancia,
culminación de la política populista
puesta en marcha a finales del siglo XIX.
Sólo que, en la actualidad del siglo
XXI, después de tantas derrotas y
fracasos, tantas traiciones y
entreguismos, tanto genocidio político
social, tantos suicidios de camaradas,
después de tanta lucha, hay o se está
produciendo un pensamiento de combate,
de enfrentamiento, que no es peligroso
todavía porque no está organizado, pero
que existe, que se va constituyendo. Un
pensamiento de combate, que no
exclusivamente tiene sus raíces en las
herramientas de transformación y en los
conceptos marxistas, sino que utilizan
armas anarquistas. Armas todas ellas
para el frente ideológico de la lucha.
¿Cómo puede un medio de
comunicación de masas producir noticias
de manera no mercantilista? ¿O no
puede?
No puede escapar a las leyes del
mercado, pero sí puede ponerlas al
descubierto, no medrar a su sombra,
denunciarlas allí donde se produce ¡que
es en todas partes! No puedes escapar al
mercado, pero tampoco a la lucha de
clases que genera. Por tanto, en las
relaciones mercantilistas, hagamos como
los anarquistas del XIX, pongámosles
arenilla, piedras, para que disfuncione
al menos y al fin se rompa. En la lucha
de clases, intervengamos contra las
prácticas burguesas económicas,
políticas, sociales, familiaristas,
sexistas, ideológicas, etc., al menos
con nuestras armas intelectuales. He
aquí entonces el modo práctico de
producir noticias contra el
mercantilismo, contra el capitalismo,
contra las ideologías mercantilistas,
capitalistas...