RUFUS FESTUS AVIENUS Rufo Festo Avieno ORA MARITIMA
Considerando, Probo 1, que a menudo tú me has solicitado, con toda tu alma y sentimiento, que pudieran conocer el emplazamiento del mar Táurico 2, con una fiabilidad razonable, aquellos que se encuentran alejados en las zonas remotas de la tierra 3, he puesto gustoso manos a este trabajo a fin de que tu deseo fuera viendo la luz en este poema 4. Pensé, verdaderamente, que en rigor no estaba bien, dada la edad que ya tengo, el no exponer a tu criterio el contorno de aquel país del que había yo tenido noticia por páginas antiguas y mediante una lectura muy profunda a lo largo de toda mi existencia 5. Pues creo que negar a otro lo que se posee, sin detrimento alguno, es típico de un inculto y un rudo. A esto hay que añadir que tú eres para mí como un hijo, por amor y lazos de sangre. Pero ello no bastaría, si no supiera que tú has devorado siempre, con ansia inagotable, los escritos y los tratados recónditos de los antiguos; que eres de natural abierto, dotado de sensibilidad; que tu corazón siente una sed insaciable por tales materias y que guardas buena memoria, más que nadie, de lo que has aprendido. ¿Por qué habría de derrochar inútilmente los secretos de las cosas en un inconstante? ¿Quién se empecinaría en tratar temas profundos con alguien incapaz de seguirlos? Por tanto, muchas razones, muchas, Probo, me han impulsado a satisfacer por completo lo que me habías solicitado tan insistentemente. Más aún, he considerado que desempeñaría la función de un padre, si con notable riqueza y profusión de datos mi musa diera a conocer tu deseo. Conceder lo pedido, en efecto, es propio de un hombre desprendido; aumentarlo en cambio, colmándolo de un regalo añadido, es propio de un talante bondadoso y noble. Me preguntaste, si recuerdas, cuál era el emplazamiento del mar Meótico. Sabía que Salustio 6 lo había indicado y no iba a negar yo que sus palabras han sido consideradas por todos de autoridad bien fundada. Por consiguiente, a la preclara descripción, en la que este narrador, de estilo y credibilidad vigorosos, brindó el contorno y el aspecto de los lugares casi como si estuvieran a la vista, con el peculiar atractivo de su lengua, hemos añadido nosotros muchos datos, tomados de los comentarios de muchísimos otros autores. Se encontrará aquí, pues, a Hecateo de Mileto 7 y Helánico de Lesbos 8; asimismo Fileo el ateniense 9, Escílax de Carianda 10; a continuación Pausímaco 11, a quien engendró la antigua Samos, incluso Damasto12, nacido en la noble Sige, y Bacoris 13, originario de Rodas; también Euctemón 14, conciudadano de la metrópolis ática; el siciliano Cleón 15, el propio Heródoto de Turios 16 y, por último, aquel que es la gran lumbrera de la elocuencia, el ateniense Tucídides 17. Aquí por lo tanto, Probo, parte de mi corazón, tendrás todas las islas que se alzan por la llanura marina 18, esto es, por ese llano, que tras las ensenadas formadas por el orbe terrestre al abrirse como en un bostezo19, impele a Nuestro Mar 20 desde el estrecho tartesio y el oleaje atlántico, hasta las tierras lejanas; asimismo, los golfos arqueados y los promontorios; cómo la costa se extiende en suave pendiente, cómo los macizos montañosos se adentran profundamente en las olas y cómo famosas ciudades se ven bañadas por el mar; cuál es el nacimiento de los ríos más grandes, cómo las islas con frecuencia, son abrazadas por esos mismos ríos; cómo los puertos arquean ampliamente sus seguros malecones; cómo se rellanan las lagunas; cómo reposan los lagos; cómo los altos montes elevan sus riscos pedregosos; cómo el oleaje del turbulento mar, blanco de espuma, ciñe a los bosques. Éste será, pues, el objetivo de nuestro trabajo: la exposición detallada del hondo mar de Escitia 21 y el llano marino del salado Euxino 22, incluso islas, si es que alguna emerge en esa marmórea mar. El resto, por lo demás, ya lo hemos relatado más cumplidamente en aquel volumen que compusimos acerca de las costas y países del orbe terrestre 23. Así, para que tengas una prueba paladina de estas mis fatigas y trabajos, comenzaremos el relato de la presente obrita remontándonos un poco más arriba 24. Tú atesora estas noticias en lo más profundo de tu corazón, pues se sustentan en la garantía de fidelidad de haber sido remotamente tomadas y obtenidas de otros autores. Las tierras del extenso orbe se despliegan a lo largo y ancho, mientras el oleaje se derrama una y otra vez en torno al orbe terrestre 25. Pero allí donde el hondo mar salado se desliza procedente del océano, de tal suerte que el abismo de Nuestro Mar se despliega ampliamente, se encuentra el golfo Atlántico 26. Aquí se halla la ciudad de Gadir, llamada antes Tarteso 27. Aquí están las Columnas del tenaz Hércules, Ábila y Calpe (ésta se encuentra a la izquierda del territorio mencionado; aquélla, próxima a Libia): retumban bajo el recio septentrión, pero aguantan firmes en su emplazamiento 28. También aquí se alza 29 el cabezo de un peñón sobresaliente (en los más antiguos tiempos lo denominaron Estrimnis 30) y la encumbrada mole de su pico rocoso se orienta de pleno hacia el noto templado. A su vez, a los pies de la aguja de este saliente, se abre para sus habitantes el golfo Estrímnico 31, en el que se muestran las islas Estrímnides que están muy separadas y son ricas en mineral de estaño y plomo 32. Aquí se encuentra una raza de gran vigor, de talante altanero, y de una habilidad eficiente, imbuidos todos de una inquietud constante por el comercio. Y surcan con sus pataches, aventurándose a largas distancias, una mar agitada por los notos y el abismo de un océano, preñado de endriagos 33. De hecho, no saben ensamblar sus quillas a base de madera de pino y tampoco, según es usual, alabean sus faluchos con madera de abeto, sino que, algo realmente sorprendente, ajustan sus bajeles con pieles entrelazadas y a menudo atraviesan el extenso mar salado en estos cueros 34. Por otra parte, desde aquí hasta la Isla Sagrada 35 (pues así la llamaron los antiguos) una nave tiene un trayecto de dos soles. Esta isla despliega en medio de las olas un amplio territorio y la habita a lo largo y ancho la raza de los hiernos. Cercana, de nuevo, se extiende la isla de los albiones. Y los tartesios 36 acostumbraban también a comerciar hasta los confines de las Estrímnides. Incluso colonos de Cartago y la población que habita entre las Columnas de Hércules se acercaban a estos mares; sobre los cuales el cartaginés Himilcón 37 asevera que podían ser atravesados en apenas cuatro meses, según él mismo relató haberlo comprobado mediante una navegación. Así, no hay vientos, en una amplia zona, que impulsen al navío; así el líquido elemento de una llanura marina encalmada se inmoviliza en sus reinos. Se añadirá a ello que emerge entre las aguas abundante urchilla y que a menudo refrena la popa como si fuera maleza. No deja de decir también que por esta zona la superficie de la mar no alcanza gran profundidad y que apenas un poco de agua cubre el fondo, que las bestias marinas recorren la mar por aquí y por allá, que los navíos se desplazan lentos y lánguidos entre monstruos que nadan por medio 38. Si a partir de aquí alguien se atreve a forzar su esquife desde las islas Estrímnicas rumbo a las aguas del sector de la Licaonia 39, donde la atmósfera se hiela, acaba llegando al territorio de los ligures 40, desprovisto de habitantes, pues hace ya tiempo fueron depredados a manos de los celtas y por los frecuentes combates. Entonces los ligures, desplazados a la fuerza, como con frecuencia guía la fortuna a algunos, llegaron a esos territorios que ahora poseen, cubiertos por lo general de zarzales terribles; estos parajes son pura pedriza y abruptas roquedas, y los picos de las montañas se hunden amenazadores en el cielo. Y este pueblo huidizo vivió ciertamente durante mucho tiempo en las cárcavas de los peñascos, apartados de las olas, pues su miedo al salado mar provenía de aquel peligro primitivo. Tiempo después, la calma y el ocio, a la par que la seguridad, potenciando su audacia, los persuadió a salir de sus encumbradas guaridas y a descender a zonas marinas.
Tras aquellas tierras 41,
sobre las que antes hemos hablado, de nuevo se abre una gran ensenada, que
abarca una extensa llanura marina hasta Ofiusa
42.
Retrocediendo desde su litoral hacia el llano del mar Interno
43,
por donde dije antes 44
que el mar, al que llaman Sardo, se adentraba en las tierras, se emplean
siete días de marcha a pie 45.
Después, en plena mar, hay una isla, de abundante vegetación y consagrada a Saturno. Pero el vigor de su naturaleza es tal que, si alguien se acerca navegando hasta ella, al punto se encrespara la mar colindante con esta isla; ella misma tiembla y salta toda su superficie, estremeciéndose profundamente, en tanto que, en el resto, la mar permanece silenciosa a la manera de un estanque 50. Acto seguido se yergue un promontorio hacia los aires de Ofiusa y desde el peñón Arvio hasta estos parajes hay un trayecto de dos días 51. En cambio, la espaciosa ensenada que se abre desde allí se extiende en lontananza, siendo difícil navegar en su totalidad con un solo viento; pues llegarás al centro si te arrastra el céfiro; el tramo que queda reclama al noto 52. Si a partir de allí alguien se dirige de nuevo a pie hacia la costa de los tartesios, realizará el trayecto en apenas cuatro días; si uno dirige sus pasos hacia Nuestro Mar y al puerto de Malaca, tendrá por delante una ruta de cinco soles 53.
Por debajo se extiende más lejos la isla llamada Acale 55 por sus habitantes. Cuesta aceptar la leyenda que corre sobre esta isla por lo sorprendente del hecho, pero, son tantos los testimonios, que bastan para confirmarlo. Dicen que en los aledaños de esta isla el abismo marino no presenta nunca el mismo cariz que el resto del mar; de hecho, por doquier las olas poseen un resplandor semejante a la transparencia del cristal y, por las profundidades de la marmórea mar, es verdad que las olas tienen un reflejo azulado. En cambio, allá, la superficie del mar está mezclada con un fango repugnante, según recuerdan los antiguos, y siempre se halla apelmazada como en torbellinos turbios de inmundicias 56. Los cempsos y los sefes dominan las colinas escarpadas de las tierras de Ofiusa; cerca de éstos, el ágil lucio y la raza de los draganos asentaron sus hogares bajo el rigurosamente nevado septentrión 57. Por otro lado se halla la isla de Petanio 58, hacia la parte de los sefes, y un ancho puerto 59. Después, junto a los cempsos se encuentran los pueblos de los cinetes 60. A continuación, el cabo Cinético 61, en el que mengua la luz sideral y que se yergue a lo alto como el más remoto de la opulenta Europa 62, se orienta hacia las aguas saladas del océano, plagadas de monstruos 63. El río Ana 64 corre allá por medio de los cinetas y surca sus vegas. Se abre nuevamente un golfo y el territorio se extiende curvándose hacia el mediodía 65. Desde este río consignado se desgajan de repente dos ramales y su caudal, como en lenta formación, rechaza las aguas espesas del golfo ya dicho (en efecto, aquí las profundidades son de puro y denso lodo). En esta zona se levanta a lo alto la cumbre de dos islas, la menor carece de nombre y la otra una costumbre insistente la llamó Agónida 66. A continuación se halla el impresionante peñón Sagrado 67, erizado de peñascos y consagrado a Saturno; hierve la mar agitada y la costa despliega un frente rocoso. Aquí sus habitantes poseen cabrillas hirsutas y abundantes machos cabríos, que siempre andan vagando por el territorio cubierto de maleza; y producen unas cerdas muy alargadas y recias para su utilización en las tiendas de los campamentos y las velas y capotes de los marinos 68. Desde aquí hasta el río se ha dicho que hay un trayecto de un solo sol 69; también aquí se halla el límite del pueblo de los cinetes. El país travesío confina con éstos y el río Tarteso 70 baña la comarca. Acto seguido se extiende el macizo consagrado al Céfiro, por lo que la cumbre de este peñón ha sido llamada Cefíride71. Pero en lo referente a sus altos picachos, se yerguen en la cima de su cresta; una gran mole se encarama en los aires y una bruma, como remansada por encima, esconde permanentemente su cabezo nebuloso. Toda la comarca que sigue es de terreno cubierto por completo de hierba; a sus habitantes se les ofrece una bóveda celeste nublada en su parte más alta, el aire espeso, una luminosidad diurna muy densa y un rocío copioso como el de por la noche. Ninguna brisa, según es costumbre, logra entrar; ni un soplo de viento despeja la capa alta de la atmósfera: una perezosa calígine se echa sobre las tierras y el suelo se humedece ampliamente72. Si alguien rebasa con su nave el peñón del Céfiro y penetra en los torbellinos de Nuestro Mar, se ve impulsado de inmediato por los soplos del favonio 73. A continuación, de nuevo un promontorio y un opulento santuario consagrado a la Diosa Infernal 74, el fondo de una gruta recóndita y una entrada disimulada. En las cercanías hay una gran laguna, llamada Etrefea 75; más aún, se dice que estuvo antaño por estos parajes la ciudad de Herbo; que consumida por los avatares de las guerras, al fin sólo dejó en este territorio su recuerdo y su nombre 76. Entretanto, acto seguido, corre el río Ebro77 y su Caudal fecunda los terruños. La mayor parte de los autores refieren que los iberos se llaman así justo por este río, pero no por aquel río 78 que baña a los revoltosos vascones. Pues a toda la zona de este pueblo que se encuentra junto a tal río, en dirección occidente, se la denomina Iberia. Sin embargo el área oriental abarca a tartesios y cilbicenos 79. Después se halla la isla de Cartare 80 y es una tradición con bastante fundamento el que la dominaron primero los cempsos; rechazados luego por la guerra con sus vecinos, se desperdigaron en busca de distintos asentamientos, Se yergue luego la mole del monte Casio y a partir de su nombre la lengua griega llamó primero casítero al estaño 81. Después sigue la prominencia de un santuario y, en lontananza, la fortaleza de Geronte, que lleva un antiguo nombre griego, pues hemos oído decir que en tiempos pasados a partir de ella se dio nombre a Gerión 82. Aquí se encuentran las amplias costas del golfo travesío 83 y desde el río Ana, ya nombrado, hasta estos territorios las naves tienen un día de trayecto 84. Aquí se halla la ciudadela de Gadir, ya que en la lengua de los cartagineses se llamaba Gadir a un lugar vallado. Esta misma ciudad fue denominada primero Tarteso 85, ciudad importante y rica en tiempos remotos; ahora pobre; ahora empequeñecida; ahora, arrumbada; ahora, en fin, un simple campo de ruinas. Nosotros en estos parajes, excepto las ceremonias en honor de Hércules, no vimos nada digno de admiración 86. En cambio, tuvo tal poderío, incluso tal prestigio en épocas pasadas, si damos crédito a la historia, que un rey altanero, y el más poderoso de todos los que a la sazón tenía el pueblo maurusio, muy estimado por el emperador Octaviano, Juba, entregado siempre al estudio de las letras y alejado por el mar que tenía en medio, se consideraba muy distinguido con el honor del duunvirato en su ciudad 87. Pero el río Tarteso 88, fluyendo desde el lago Ligustino 89, a campo traviesa, envuelve una isla 90 de pleno con el curso de sus aguas. No corre adelante por un cauce único, ni es uno solo en surcar el territorio que se le ofrece al paso, pues, de hecho, por la zona en que rompe la luz del alba, se echa a las campiñas por tres cauces; en dos ocasiones, y también por dos tramos, baña el sector meridional de la ciudad 91. Por su parte, el monte Argentario se recorta sobre la laguna; así llamado en la Antigüedad a causa de su belleza, pues sus laderas brillan por la abundancia de estaño y, visto de lejos irradia más luminosidad aún a los aires, cuando el sol hiere con fuego las alturas de sus cumbres. Este mismo río, además, arrastra en sus aguas raeduras de estaño pesado y transporta este preciado mineral a la vera de las murallas 92. A partir de aquí una extensa región se aleja de la llanura de aguas saladas, tierra adentro; la raza de los etmaneos la habita. Y después, por otro lado, hasta los labrantíos de los cempsos, se extienden los ileates sobre tierras fértiles; si bien las zonas marítimas las controlan los cilbicenos 93.
A la ciudadela de Geronte y al cabo del santuario, como hemos explicado
antes, los separa la salada mar por medio; y entre altos acantilados se
recorta una ensenada. Junto al segundo macizo desemboca un río caudaloso.
Luego se yergue el monte de los tartesios, cubierto de bosques
94.
Cuando se viene desde aquel monte, que te había dicho resultaba temible
por sus bosques, se halla un litoral de arenales en suave pendiente, en
los que los ríos Besilo y Cilbo derraman sus aguas
97. En territorio de Europa se levanta el promontorio que, ya lo señalé, sus habitantes llaman Sagrado102. Entre ambos lugares fluye una ligera lengua de agua, la cual antaño se llamó Herma o Camino de Hércules. Euctemón, habitante de la ciudad de Anfípolis, afirma que se extiende en una longitud no superior a las ciento ocho millas y que ambas posiciones distan tres millas 103. Aquí están emplazadas las Columnas de Hércules, que hemos leído son consideradas como el extremo de uno y otro continente. Se trata en realidad de dos peñones parejos que sobresalen, Ábila y Calpe. Calpe se encuentra en territorio hispano, Ábila en el de los maurusios, pues la raza púnica llama Ábila a aquello que constituye un monte alto en lengua bárbara, esto es, en la latina, como afirma el autor Plauto; y, por otra parte, Calpe se denomina en Grecia a aquello que tiene un aspecto ahuecado, con una pinta de un picacho redondeado 104. Afirma también el ateniense Euctemón que no existen allí peñas, ni se alzan cumbres en ninguna de las dos partes; recuerda que entre las campiñas de tierra libia y la costa de Europa se hallan dos islas 105; dice que se las llama Columnas de Hércules; refiere que están separadas treinta estadios; que por doquier están cubiertas de bosques impresionantes y que son siempre inhóspitas para los marinos. Asevera, en efecto, que hay en ellas templos y altares a Hércules, que los bajeles extranjeros se dirigen allí para ofrecer sacrificios a este dios y se van apresuradamente, pues se tiene por impío demorarse en estas islas. Informa que la mar se mantiene tanto en los alrededores como en las cercanías con poquísima profundidad en una amplia área; que los navíos no pueden arribar cargados a estos parajes a causa del poco calado de las aguas y por el espeso fango de la costa. Pero que si alguien tiene el firme propósito de aproximarse allá por el templo en sí, entonces nos informa de que ese tal pone proa hacia la isla de la Luna, librar de carga a la nave y, aun así, aligerada la lancha, apenas logra desplazarse sobre las saladas aguas.
El abismo de este mar abarca una amplia extensión y se alarga enormemente en confines imprecisos. Por lo general, además, este salado mar se extiende tan poco profundo, que apenas llega a cubrir las arenas del fondo. Por otra parte, una urchilla copiosa rebosa sobre el abismo marino y el oleaje es aquí neutralizado por esta ova; las bestias nadan violentamente por medio de todo el ponto y un pánico intenso mora en estas aguas a causa de los monstruos. El cartaginés Himilcón refirió en tiempos pasados que él lo había contemplado y comprobado personalmente en la superficie del océano. Nosotros te hemos transferido esta información, transmitida durante mucho tiempo por los anales confidenciales de los púnicos 115. Pero ya es hora de que mi pluma vuelva al objetivo anterior. Por lo tanto, frente a la Columna Libístide, tal y como había dicho, se alza otra en territorio de Europa 116. Aquí el río Criso penetra en el hondo abismo marino 117. Por el lado de allá y el de acá, habitan cuatro pueblos, pues en estos parajes se encuentran los arrogantes libifenicios; se hallan aquí los masienos; están también los reinos selbisenos, de campos feraces, y los ricos tartesios, que se extienden hasta el golfo Caláctico 118.Además, próximos a éstos aparecen luego el macizo Barbecio 119 y el río Malaca, junto con la ciudad del mismo nombre, que en el siglo pasado se llamó Menace 120. Allá, bajo dominio de los tartesios, hay una isla frente a la ciudad, consagrada desde antiguo por sus habitantes a Noctiluca 121. En esta isla hay asimismo una laguna y un puerto seguro. La ciudadela de Menace se halla por encima. Hacia donde esta región se aparta de las olas, se yergue el monte Siluro 122 con su alta cumbre. A continuación sobresale una peña enorme 123, que se adentra en la profundidad de la mar. Una pineda, en otros tiempos frondosa, le dio nombre en griego; y el litoral se abaja hasta el santuario de Venus y el cabo de Venus 124. Asimismo en esta costa se alzaron antaño numerosas ciudades y abundantes grupos de fenicios controlaron antes estos lugares. En cambio, ahora, este territorio, ya solitario, despliega simples arenales inhóspitos y las campiñas, privadas de labriegos, se echan a perder y son un erial 125. A partir del cabo recóndito de Venus puede contemplarse Herma 126 en lontananza, en territorio libio, que antes he citado. La costa se extiende aquí de nuevo, desprovista ahora de pobladores, en realidad, puros terrenos abandonados. Antiguamente también aquí se alzaron a la vista muchísimas ciudades y numerosos pueblos frecuentaron estos lugares. Después, el puerto Namnacio se arquea desde la profunda llanura marina, próximo a la ciudadela de los masienos y al fondo de esta ensenada se alza con sus altas murallas la ciudad Masiena 127.
Cuando el sol ha cumplido la trayectoria del mediodía, cuando ha declinado su luz por la zona del Atlántico, para llevar su fuego a los remotos hiperbóreos 211 y desplazarse al orto aquemenio 212, gira siguiendo una trayectoria curva hacia sectores determinados del espacio y rebasa la meta; y cuando niega su fulgor a nuestra mirada, la noche obscura cae rápida desde el cielo y unas tinieblas sombrías cubren al punto nuestro mundo. Entonces, por el contrario, la luz nítida del día alumbra a aquellos que viven congelados en el septentrión, situado más arriba. A la inversa, cuando la sombra de la noche alcanza de nuevo a las Osas, nuestra especie entera vive un día espléndido.
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- NOTAS A PIE DE PÁGINA -
6 Historiador romano (86-36/5 a. C.).
8 De fines del s.V a. C., originario de Mitilene y perteneciente al
círculo cultural jónico, escribió numerosas obras, de las que apenas
quedan fragmentos, sobre mitología e historia de ciudades y pueblos.
9 O Filesas, s. V a. C. Autor poco conocido que escribió una Periegesis o
Periplo, de la que sólo se conservan fragmentos.
10 Autor importante, del siglo VI a. C., que ofrece descripciones
geográficas con cierta forma ya literaria.
11 Geógrafo, probablemente del VI a. C. de obra perdida.
12 Geógrafo contemporáneo de Heródoto, s V a. C., que redactó entre otras
obras, un Periplo basado en Hecateo.
13 Como Pausímaco, desconocido. Sólo aparece citado aquí.
14 Filósofo y científico ateniense del s. V a. C., sobre el cual no quedan
más que noticias.
15 Sólo conocido de nombre. S. V a. C. Uno de los pilares de la
historiografía griega.
16 S. V a. C. Uno de los pilares de la historiografía griega.
17 Historiador ateniense, ss. V-VI a. C., que escribió sobre el hecho
bélico más importante, para él, de la historia griega: la guerra del
Peloponeso.
18 El Océano, entendido según el concepto geográfico primitivo-mitológico,
es un río gigantesco que rodea la Tierra.
19 Acorde con la tradición de la poesía didáctica, Avieno intenta
explicar, de forma expresiva, la abertura de la cuenca mediterránea frente
al Atlántico como un "bostezo". Se trata de las Columnas de Hércules o
estrecho de Gibraltar también conocido como "Estrecho Tartesio".
20 El Mediterráneo, llamado así después del hundimiento del Imperio, con
el sentido de "mar rodeado de tierras". En época romana era conocido como
"Mar Interno", "Mar Interior" o "Mar Nuestro". Tuvo también nombres
parciales.
21 En sentido estricto es el mar de Azov, el antiguo mar o llano marino
Meótico.
22 Sobre éste, el Ponto Euxino o mar Negro.
23 La Descripción del Orbe Terrestre, traducción y comentario que Avieno
hizo sobre la Periegesis o Descripción de la Tierra de Dionisio de
Alejandría.
24 Empieza por describir brevemente la costa atlántica desde las Columnas
de Hércules hasta Estrimnis, en dirección al norte.
25 Referencia a la primitiva concepción geográfica de la Tierra, por la
que empieza la Descripción.
26 Vendría a corresponder al golfo de Cádiz, entendiendo golfo como
equivalente a mar.
27 Confusión, o simplificación, entre Gadir (Gades) y Tarteso, que se
repite más adelante. Esta inexactitud ya se cometió en la Descripción.
28 Según el mito fueron emplazadas por este héroe en memoria de su décimo
trabajo, el de los "Bueyes de Gerión", en el estrecho de Gibraltar.
29 Esto es, el litoral oceánico o atlántico.
30 Localizable en el extremo oeste de la Bretaña francesa, departamento de Finisterre, podría tratarse de la isla de Ouessant, antiguamente un cabo.
31 Podría identificarse con la bahía de Douarnenez o la rada de Brest,
pero hay que darle un sentido más amplio: abarcaría desde la Punta de
Penmarch y el grupo de islas de Glénan hasta las costas inglesas de
Cornualles e islas Scilly, incluida la bocana del Canal de la Mancha.
32 De ubicación dudosa, debieron de ser unas islas base, de fácil acceso
para la navegación antigua, en las que se concentraba el comercio, más que
la producción, de estaño, plomo y otros minerales. Fueron conocidas como Casitérides(="Islas del Estaño"). Habría que identificarlas con el grupo
de islas Scilly, en la costa sudoeste de la Gran Bretaña, antes que con la
isla de Oussant, en la costa francesa.
33 La navegación antigua por el litoral atlántico, siguiendo derrotas o
carreras comerciales y de exploración, fue en principio preferentemente de
cabotaje, dada la dificultad del océano Atlántico.
34 Embarcaciones primitivas que debieron de ser muy versátiles, las
utilizaron también muchos otros pueblos. César las empleó en el 55 a. C.
al invadir la Gran Bretaña.
35 Irlanda, llamada
Hibernia o Hierne, y habitada por los hiernos, Avieno la llama Sagrada
para recoger el significado de la denominación griega Hierá o Hiérnê.
36 Los albiones, nombre quizá preindoeuropeo, son los habitantes de
Albión, la Gran Bretaña. Sobre los tartesios véanse los vv. 265 ss.
37 Según Plinio fue un explorador que realizó un viaje por las costas
atlánticas de Europa, en la época de máximo poder de Cartago (s. V a. C.).
38 Relación de las dificultades para la navegación primitiva por el
litoral atlántico. Estos peligros, reales y no inventados, que utilizaron,
según se ha visto, los cartagineses como propaganda disuasoria frente a
otros pueblos, se repetirán más adelante.
39 El Norte, simbolizado por la constelación de la Osa Mayor, Calisto,
hija de Licaón. No se refiere al Mare Germanicum (Gran Bretaña-Jutlandia),
sino a las costas de Escandinavia.
40 Se trata de las costas del mar del Norte e incluso Frisia (norte de
Alemania), de donde fueron expulsados por los celtas hacia el s.VII a. C.,
para desplazarse hacia los Alpes Marítimos y el Apenino ligur; esta
migración es la que recoge Avieno.
41 Se refiere a la Isla Sagrada y a la de los albiones. Ahora el poeta
cambia de dirección, porque empieza a describir las costas de Norte a Sur.
42 Esta gran ensenada podría ser el golfo de Vizcaya. Ofiusa era un
antiguo nombre griego para referirse a la Península Ibérica; se decía que
significaba "tierra de serpientes", por su relación con óphis, "serpiente"
en griego.
43 El Mediterráneo tuvo en principio nombres locales, como aquí, donde se
llama Sardo al mar entre Cerdeña y España.
44 Versos 82-84.
45 Por la ruta terrestre que enlazaba el núcleo comercial más importante
del litoral del golfo de Vizcaya, Burdeos (Burdigala), con Narbona, ya en
la costa mediterránea, a través del curso del Garona, de Tolulouse y
Carcasona.
46 Avieno se refiere a la península del Peloponeso.
47 Según esto, el nombre más remoto de la Península Ibérica habría sido Estrimnis, que también se aplicaba a la Gran Bretaña, algo explicable
quizá por las relaciones comerciales entre ambas y el mar del Norte. La
"plaga de serpientes" que expulsó a los estrímnicos podría implicar a su
vez una referencia a los celtas, llamados "sefes" nombre procedente del
griego sepe = "serpiente".
48 Tanto el cabo de Venus como las islas son de identificación difícil
porque este Periplo no ofrece más datos de la costa norte de la Península
Ibérica.
49 El Ario es probablemente el cabo Silleiro, próximo al puerto de Bayona.
50 Una de las islas Berlengas (la mayor), mejor que las Estelas o los
Farilhôes (Farallones), frente al cabo Carvoeiro.
51 Este promontorio es el cabo Roca. Entre él y el cabo Ario (Silleiro)
hay unos 375 Km., a razón de unos 187,5 por día.
52 El abra y la ría de Lisboa, formada por la desembocadura del Tajo. Para
penetrar en este estuario los barcos necesitaban viento del Oeste para
desplazarse al Este, y luego del Sur para, cambiando de rumbo, subir hacia
el Norte.
53 La ruta terrestre actual desde el estuario de Lisboa hasta la costa de
los tartesios, es decir, la desembocadura del Guadiana (Ayamonte),
comprende unos 325 Km (bajando por Setíbal-Marateca-Beja-Ayamonte);
distancia que en cuatro días da unos 81,5 Km. por día: era, por tanto
excesiva para la Antigüedad.
54 El cabo Espichel.
55 La península de Troya, que pudo ser una antigua isla y que separa el
estuario del río Sado y el puerto de Setúbal del mar.
56 Descripción de la laguna del puerto de Setúbal, formada por la
desembocadura del río Sado, anegada de arena y fango en su parte central
todavía hoy.
57 Los cempsos, ubicados vagamente entre los tartesios y los Pirineos y
situados también en la isla de Cartare; y los sefes (ya mencionados en el
v. 156), pueblos ambos indoeuropeos, celtas, que ocuparon las riberas del
Duero, Tajo y Guadiana. Los lucios, o lusos, corresponderían, tras la
romanización a los lusitanos.
58 Mejor que la isla Perceveira, junto a Sines, el bajo de arena, en la
barra del Tajo, llamado Cachopo d Sul o Alpeidâo, que recoge el topónimo
de Petanio; isla que pertenecía a los sefes.
59 Es, otra vez, el puerto de Setúbal, en el estuario del Sado; no puede
tratarse del de Sines, porque, al ser de pescadores, resulta en exceso
pequeño.
60 O cinetas, pueblo que ocupaba el extremo sudoeste de Iberia. De origen
y filiación desconocidos, ocupaban el estuario del Sado, el valle del
Guadiana y el cabo San Vicente.
61 El cabo San Vicente, un macizo escarpado, de 53,8 m. de altura, que
para los mapas antiguos (Eratóstenes, Estrabón) era el punto más
occidental de Europa, lo que no coincidía con la realidad. Por lo general
nebuloso, resultaba un peligro doblarlo en la Antigüedad.
62 Sobre Europa, cf. Des. 18ss.
63 Acaba aquí la descripción de parte de las circunscripciones romanas de
la Tarraconense y la Lusitania.
64 Llamado por los árabes Guadiana (wad-, "río"), sirve hoy de frontera
entre España y Portugal; es navegable hasta Mértola.
65 El golfo de Huelva, que abarca 70 millas en arco, desde el cabo de
Santa María hasta la punta de Chipiona.
66 Islas que habría que buscar en la desembocadura del Guadiana.
67 Después de reseñar el cabo Cinético, la descripción de este otro
promontorio como escarpado y de costa rocosa sólo cuadra con la punta de
Sagres, que además recoge el topónimo latino de Sagrado o Consagrado. Se
abre luego al sudeste la ensenada de Sagres, en parte también rocosa.
Saturno recibe aquí nuevamente culto marino.
68 Avieno cita aquí de memoria el verso de Virgilio (Geórgicas III 313)
que dice: "...para uso de los campamentos y vestido de los pobres
marinos". La región descrita es el Algarve.
69 Avieno cita aquí de memoria el verso de Virgilio (Geórgicas III 313)
que dice: "...para uso de los campamentos y vestido de los pobres
marinos". La región descrita es el Algarve.
70 El Guadalquivir, descrito más adelante.
71 El Céfiro, o Zéfiro, divinización del viento del Oeste, beneficioso
para la navegación, recibió culto (habitual entre los griegos; cf.
Dionisio, Per. 364) con la dedicatoria de este cabo y esta costa, enclaves
de referencia marina recordados luego.
72 Esta comarca -descrita aquí en sentido muy amplio- abarca todo el arco
del golfo de Cádiz, desde Faro y la sierra del monte Figo (San Miguel)
hasta Sancti Petri.
73 Nombre latino del viento del Oeste, que corresponde al griego céfiro.
Viento tibio, que soplaba en primavera, favorable para la navegación.
74 Proserpina, diosa de los Infiernos, asimiliada a la griega Perséfone.
Raptada por Plutón (Hades) vivía con él unos meses en el mundo subterráneo
-durante la estación de la siembra, en invierno-. El promontorio y el
santuario son difíciles de identificar.
75 Imposible de identificar, pues son numerosas las lagunas y marismas en
torno al Guadiana.
76 Ciudad desaparecida ya en época de Avieno.
77 El Tinto-Odiel. La homonimia con el Ebro en sí, con los iberos e
Iberia, es una confusión, producida por etimología popular, a partir de la
relación Érebo- (H)ibero (Río del Erebo), y por acumulación de datos
sintetizados en estos pocos versos.
78 El auténtico Ebro, que nace en Fontibre (Reinosa, Cantabria).
79 Acerca de los tartesios cf. vv. 269ss., para los cilbicenios, v 303.
80 Isla que puede ubicarse en la desembocadura de los ríos Odiel-Tinto: la
actual isla de Saltés (Huelva), de 8 millas de perímetro, cubierta de
bosque, cultivada en parte y regada por numerosos esteros; el topónimo
podría haberse desplazado a Carteya, en la desembocadura del río Piedras.
81 Puede referirse al litoral formado por la cadena de mogotes "Arenas
Gordas" ya citada por Plinio (Hist. Nat. III 3: Hareni montes); de
apariencia rojiza y parcialmente escarpada a pico sobre el mar, se
extiende entre la Torre del Loro (playa de Mazagón) hasta Torre Carbonero.
82 El nombre de Gerión, o Geronte, no se refiere a un rey real, que
hubiera existido alguna vez como tal, sino mítico, de tipo
histórico-cultural. El promontorio de este templo, dedicado quizá a
Saturno/Crono (según Estrabón,II 5,3).
83 "Amplias" porque no sólo abarca la desembocadura del Guadalquivir y el
arco formado por Sanlúcar de Barrameda y Chipiona, sino también la bahía
de Cádiz, a la que se refiere más adelante desde Rota a Sancti Petri.
84 La singladura entre la desembocadura del Guadiana y Cádiz era
perfectamente factible.
85 La fundación, extensión y poderío del imperio talasocrático de la
ciudad, habitantes y río de Tarteso, todavía hoy es una cuestión sin
resolver -empezando por el nombre, que lo designaba todo-. Para la
localización de la ciudad habría que pensar en Sevilla o en su zona, que
heredó la importancia comercial del Guadalquivir, antes que situarla en
Jeréz de la Frontera o Cádiz.
86 La relevancia y atractivo de Tarteso/Gades bastaban para explicar la
visita personal de Avieno a estos lugares, al margen de que pudo haber
sido procónsul de la Bética o del norte de África, y haber conocido en
consecuencia estos parajes.
87 Juba II (50 a. C.- 23 d. C.), rey por concesión de Augusto (en el 25 a.
C.) de Numidia -los maurusios o mauritanos-, reino situado en la provincia
romana de Mauritania, África noroccidental.
88 El Guadalquivir, que, con el concurso de otros ríos menores, arroyos y
caños, va formando innumerables marismas y lagunas, en las que hay algunas
salinas y arrozales.
89 Las marismas del Guadalquivir, ya desde Coria del Río.
90 La actual Isla Mayor, hacia la desembocadura del Guadalquivir (de 20
millas de longitud por 2 a 6 de anchura). No se refiere aquí a la isla de
los cempsos, Cartare, que citó antes.
91 Tarteso.
92 En línea costera, hacia la desembocadura del Guadalquivir/Tarteso, no
se divisa con tiempo despejado ningún monte; es de orillas planas que
forman horizonte. Tan sólo bajando hacia Cádiz se aprecian alturas (Sierra
de Ronda, etc.); tampoco este río arrastra estaño.
93 Los etmaneos ocuparon la llanura situada a la izquierda del río Tarteso/Betis,
entre su desembocadura y Sevilla. Los ileates hacia el noroeste, a la
orilla derecha del mismo río, entre los cempsos (que se hallaban a su vez
hacia el Ana, cf. vv. 195 y 255) y los cinetes (cf. v. 201), llegando
hasta Córdoba. Los cilbicenos o selbisenos (cf. v. 422), relacionados con
el río Cilbo (cf. v. 320), en la zona costera al sur de los tartesios,
aproximadamente en la actual provincia de Cádiz.
94 Nueva descripción de Cádiz, más pormenorizada. Una amplia bahía, que
formaba parte del golfo tartésico, separaba la ciudadela o fortaleza de Geronte (Castillo de Sta. Catalina, junto a la que desemboca un río
"caudaloso", el Guadalete) del cabo del templo (Cádiz mismo).
95 La isla de León o Gaditana, de 10 millas de longitud por 4,4 de anchura
máxima; en su zona meridional se halla la ciudad de San Fernando.
96 La islita de San Sebastián, antes separada y hoy unida a Cádiz.
97 El Besilo es el Barbate, que desemboca en la ensenada de igual nombre.
El Cilbo sería el Salado, que desemboca por Conil de la Frontera; en sus
orillas se hallaban los cilbicenos. El orden de enumeración está
invertido.
98 Mejor que el cabo de Trafalgar, que es bajo, correspondería a los Altos
de Meca, una sierra de 170m., al noroeste del cabo.
99 La línea costera desde el cabo Trafalgar y Altos de Meca hasta Tarifa
es de orillas bajas, llenas de bancos submarinos y arrecifes, que alternan
con alguna cala y ensenada; en un segundo plano aparecen alturas
considerables. Igualmente, la costa africana, hacia el cabo Espartel.
100 La geografía primitiva, de época mítica, guardaba recuerdo de un
estadio geológico en que Europa y Asia-África habían estado unidas y sólo
un gran lago central las delimitaba: el mar Interno o Interior (cf. mapa
de Hecateo).
101 Dionisio (Des. vv 10 y 176ss) y Avieno en su traducción funden Tarteso
y Gades/Gadir en una sola ciudad, como ya se ha visto, y la citan como
referencia más lejana hacia el Oeste, la zona del céfiro, enclavada en
medio de las Columnas que por Occidente delimitaban Europa y África (cf.
Des. 22, 100, 265).
102 Los Altos de Meca/cabo de Trafalgar, que acaba de citar.
103 Este autor trabajó sobre mediciones, pero las distancias que ofrece
aquí no son exactas: 108 millas (= 159 Km.) para la longitud del Estrecho;
3 millas (= 4,5 Km.) para la anchura. La distancia real entre el cabo de
Trafalgar y Gibraltar es de unos 75 Km. ; entre el cabo Espartel y Ceuta,
algo más de 60 Km.; de anchura, entre Gibraltar y Ceuta, hay unos 25 Km.;
entre el cabo de Trafalgar y el cabo Espartel, 45 Km.
104 Referencia geográfica muy utilizada en la Antigüedad, para significar
el occidente más remoto con respecto a Europa y África, cuyas fronteras a
veces se confundían o fusionaban en un solo continente.
105 Los datos que aporta aquí Euctemón son inexactos. El peñón de
Gibraltar pudo considerarse isla porque su istmo, apenas visible en parte
con la pleamar, lo une al continente; la ensenada de Getares y la bahía de
Algeciras habrían servido de puertos.
106 La anchura del Estrecho en su embocadura oriental, entre Punta Europa
(Gibraltar) y Punta Sta. Catalina (Ceuta), es de 23,5 Km., por lo que no
es correcta la estimación de Damasto (7 estadios; cf. v. 46).
107 Los fenicios, o cartagineses, habían fundado a lo largo de la costa
sudoeste de la Península numerosas ciudades, factorías y emplazamientos:
Gades, Malaca/Menace y Cartagena fueron quizá las más conocidas.
108 Dificultades tomadas otra vez de Himilcón, que entorpecían y
desaconsejaban la navegación de altura, a mar abierta, y la de cabotaje,
ya consignadas antes: encalmadas, bajíos, vegetación marina, cetáceos,
brumas y nublados; descripción que completa a continuación.
109 Amplificación sobre el Océano y sus golfos o mares mayores, traducida
de Dionisio (cf. Per. 41-55) y que Avieno ya había vertido al latín en su
Descripción (73-92).
110 El mar Hesperio era el mar de occidente o poniente, el mar que quedaba
navegando hacia el oeste, desde Grecia (cf. Des. 739, y Fen. 180). El
Atlántico era el que bañaba, en sentido extenso, la zona de la cadena
montañosa Atlas, también situada al oeste del mundo conocido.
111 El mar Caspio se llamaba asimismo Hircano, por uno de sus pueblos
ribereños: los hircanos (cf. Des. 83-86).
112 El actual golfo Pérsico (cf. Des. 89-90).
113 Hoy el mar Rojo (cf. Des. 89-90).
114 Este océano o mar era el que, en principio, bañaba las costas de
occidente, colindantes con la cordillera del Atlas. Ambos recibieron
nombre de Atlas (cf. Des. 20-21 y 395), el hijo de Jápeto - o Urano-, y
Asia.
115 De nuevo los problemas por las aguas del Atlántico, ya apuntados (vv.
117-129 y 380ss.).
116 La Columna Libístide es Ábila y su correspondiente en Europa es Calpe
(cf. vv. 87, 344-345).
117 que en griego significaba "Áureo", o bien arrastraba oro o canalizaba
su comercio; se llamaba también Barbésula. Es el actual Gudiaro, el único
río importante que desemboca entre la Línea y Estepona.
118 Los libifenicios habrían sido colonos fenicios procedentes del norte
de África; los masienos se habrían extendido desde el río Criso hasta
Cartagena; los selbisenos son los cilbicenos, ya citados; asimismo, los
tartesios. El golfo Caláctico es el golfo de Huelva.
119 La Punta de Calaburras, cerca de Fuengirola, laque más se destaca
desde punta Europa (Gibraltar).
120 La ciudad de Malaca corresponde a la actual Málaga, por topónimo y
emplazamiento. Menace es otra ciudad distinta, que debió hallarse en
Vélez-Málaga.
121 Noctíluca, que significa "la que brilla por la noche", es la luna. La
isla, a ella consagrada, se hallaba frente a la ciudad de Málaga y quizá
está hoy fundida con ella; o bien se trata de los islotes situados frente
a la punta de San Cristóbal en Almuñécar.
122 Sierra Nevada, que destaca sobre todas las numerosas sierras que se
levantan en el interior, a más de 15 Km. de la costa, a partir de Málaga.
123 La Punta del Sabinal, donde comienza el golfo de Almería; cubierta de
sabinos, cuadra con la descripción helenizada de la pineda.
124 El Cabo de Gata, donde acaba el golfo de Almería, que en general es de
costa rasa y llana.
125 Avieno imprime cierto aire melancólico a estas descripciones, que no
son sólo retóricas.
126 La isla de Alborán, de unos 20 m. de elevación y forma triangular;
visible con tiempo claro, está situada a 40,5 Km. del Castillo de Guardias
Viejas y a 43,5 Km. del cabo Tres Forcas (Ras Tetla Madari, en Marruecos).
127 El tramo de costa entre cabo de Gata y cabo Tiñoso no ofrecía ninguna
referencia notable a la navegación antigua. El puerto Namnacio, nombre de
tradición manuscrita dudoso, es Cartagena.
128 El cabo de Palos.
129 O bien La Hormiga, un islote de 13 m. de elevación, a dos millas del
cabo de Palos, o, mejor, la isla Grosa.
130 El Mar Menor, de unos 150 Kms. cuadrados, orillado de arena casi
totalmente.
131 El Segura, que desemboca cerca de Guardamar, forma una barra que
ofrece refugio fácil a las embarcaciones. Llamado en ibérico Tader o Taber,
fue helenizado en Theódôros: "Don del Dios", quizá con relación al oro.
133 La frontera de los tartesios con los iberos debió de hallarse entre el
río Segura y el Júcar, una franja con centro marino en el cabo de la Nao,
ocupada por los gimnetes algún tiempo.
134 Ciudad sólo conocida por su nombre, ubicable hacia la frontera entre
tartesios e iberos.
135 Su nombre, del griego gymnós: "desnudo", parece referirse al hecho de
que iban "armados a la ligera" - mejor que literalmente "desnudos"-,
porque eran famosos como honderos. Se los sitúa entre la zona de Elche y
el Vinalopó y la de Sueca y el Júcar, en una época ya muy alejada de la de
Avieno.
136 El Vinalopó, que pasa por Elche, o el Aledo.
137 Ibiza, donde los fenicios tuvieron una colonia, también llamada por
los griegos Gimnesia, "Desnuda", como sus habitantes, según se ha visto.
138 El Júcar, que desemboca junto a Cullera. Sería el mismo río que pasaba
cerca de la ciudad de Sicana (cf. v. 480).
139 Pitiusas, "abundantes en pinos", llamaban los griegos a las Baleares
(nombre fenicio), aparte de Gimnesias. Avieno recoge con claridad la
diferencia entre Pitiusas y Baleares.
144 Podría ser Sueca, aunque no hay base arqueológica.
145 El río Tirio es el Turia (o Guadalaviar), y Tiris hay que relacionarlo
con el topónimo de la actual Turis, cerca de Valencia.
146 Pueblo primitivo, al parecer celta, ganadero y montañés, que se
mitificó con un patriarca, Bébrix, rey de los bébrices o beribraces, y
padre de Pirene; ocupaba la zona de los Pirineos orientales.
147 Es el cerro de Sagunto o el cabo de Oropesa (Murviedro), marca o
referencia marina óptima para hallar Valencia navegando desde el nordeste.
148 Peñíscola, de 64m. de alto, que delimita dos ensenadas.
149 Podría tratarse de la Albufera de Valencia, donde se halla la isla de
El Palmar.
150 Ciudades o asentamientos, de los que sólo se conserva el nombre, sin
rastro arqueológico; debieron de hallarse en la franja costera entre
Sagunto y el Delta del Ebro.
151 Tortosa, el centro comercial más importante de la zona del delta del
Ebro, navegable río arriba.
152 Puede identificarse con la sierra del Montsià, cuya falda oriental
llega hasta el mar, entre Les Cases dÁlcanar y Sant Carles de la Ràpita.
153 Por el nombre tendría que haber sido un río relacionado con el
transporte o comercio del aceite. El topónimo parece conservarse en el
riachuelo de Llastre, que forma una punta al desembocar tal, que obliga a
la navegación a darle resguardo; además se halla la estación itineraria de
Oleastrum (Itinerario de Antonino 399, 2), situable en L´Hospitalest de
l´Infant. De no ser así habría que identificar el río Óleo con el Ebro.
154 La sierra de Llavería, con la cumbre de la Mola de Llavería, de 914 m.
155 Ciudad sin huella arqueológica, situada cerca de la sierra de Llaveria,
en la zona acotada por L´Hospitalet, Mont-Roig del Camp, Montbrió del Camp,
Vinyols y Cambrils.
156 Los arenales son las playas de Rifà y Cambrils; Salauris, la ciudad,
puerto y cabo de Salou.
157 Tal y como se describe, amurallada y en torno a una bahía con el
calificativo griego de Kallípolis, "Ciudad Hermosa", sólo cuadra con
Tarragona (cf. infra).
158 Tarragona ofrecía a la navegación una topografía y marca marina
óptimas.
159 Descripción de Barcelona que corresponde a la época de Avieno y no al
s. VI a. C.: una ciudad próspera, Barcino, situada en un llano enmarcado
por dos ríos, el Llobregat y el Besòs, con la sierra de Collserola (Tibidabo)
al fondo.
160 O indicetas: ocuparon más o menos la actual provincia de Gerona. Su
capital Indiké y Indica, debió de hallarse en Empúries o alrededores.
161 En el tramo costero entre Barcelona y el golfo de Roses se destacan
desde el mar varias marcas: la montaña del Montseny (referencia para
enfilar Barcelona viniendo del este); el cabo de Tossa de Mar y su
ensenada; el promontorio rojizo del cabo de Sant Sebastià (marina de
Palafrugell), y el cabo de Begur o cabo Celebándico, el punto más oriental
de este tramo costero.
162 Ciudad y puerto de los indigetes. Su ubicación probable no sería en
Sant Feliu de Guíxols, sino en el arco de la costa entre el cabo de Begur
y la Punta Salinas, tierra adentro.
163 Este golfo inmenso es el de Roses, de 18 Km. de abra, que ofrece buen
abrigo, en general, a la navegación.
164 La costa indicética, o de los indigetes, se habría extendido, según
esto, a partir del cabo Norfeo hacia el norte, hacia la punta Falcó. El
cabo o promontorio de Pirena es de identificación difícil: lo más probable
es que se trate del cabo de Creus, con preferencia ante el cabo de Bèar,
al lado de Port-Vendres.
165 El macizo de Montgrí, a unas 3 millas de la costa y el cerro de la
torre Montgó.
166 Las islas Medas, conjunto de islotes, arrecifes y dos islas
principales: la Meda Grande, de 76 m. de altura, y la Meda Chica.
167 La costa, baja y aplacerada, y tierra adentro del golfo de Roses, que
en época prehistórica fue zona marismeña, de la que emergían colinas y tómbolos, como Castelló dÉmpúries (a 69 m. de altura), bien divisable
desde el mar.
168 El peñón o macizo Tononita es la Sierra de Roses, estribo último de
los Pirineos que se hunde en el mar, formando un gran promontorio que
abarca desde Roses a El Port de la Selva.
169 El Muga, que desemboca a 4,5 Km. al sur de Roses.
170 Los ceretes, ceretanos, o cerretanos era un pueblo ibérico que ocupó
parte de los Pirineos meridionales, correspondiente hoy a la Cerdanya,
donde la toponimia conserva su presencia (Puigcerdà, Ceret, etc.), y la
Garrotxa (Besalú-Olot). Los ausoceretes fueron la fusión de los ceretes
con los ausetanos, cuya capital fue Ausa (Vic).
171 O sordiceno: pueblo ibérico, vecino de los ceretes, que ocupó las
laderas septentrionales de los Pirineos y el Rosellón (riberas de los ríos
Tet y Agly), hasta la costa. 172 Una parte se estableció, después en
Lérida: Los surdaones o sordones. El nombre se mantiene en Sorède, ciudad
del interior, próxima a Cotlliure y Port-Vendres.
173 Ciudad de tipo fronterizo; habría que situarla en Roses o sus
alrededores, mejor que en Port Vendres.
174 Entre la desembocadura del Guadalquivir (Tarteso- costa del Céfiro) y
Roses / cabo de Creus (Pirene) hay unos 1.300 Km., equivalentes a 7.000
estadios; en siete días da unos 186 Km. por día.
175 La franja costera llena de marismas, lagunas y estanques, que se
extiende desde Cotlliure hasta el golfo de Fos, muy cerca ya de Marsella.
176 El Tèt, conocido en la Antigüedad como Tetis y Roscino, que desemboca
a la altura de Canet-en-Roussillon.
177 La marisma o estanque de Leucate, llamada también Salses.
178 Actual Agly, que desemboca al sur de la laguna o marisma de Leucate o
Salses.
179 En este verso y medio, perdidos en la transmisión manuscrita, se
citaba probablemente el cabo o promontorio de Leucate, del griego Leuè
akté, "Promontorio Blanco", equivalente al latín Candidum.
180 Posiblemente la marisma de Lapalme. Las tres islas no son hoy
identificables.
181 El conjunto de marismas, dominadas por Narbona, de Bages y Sigean, de
Ayrolle, Gruissan, etc., que aún contienen numerosas islas: Ste. Lucie,
Aute, Planasse, St. Martín, Etc.; éstas debieron ser las llamadas Piplas.
182 Pueblo con capital en Narbona; fueron ligures que colaboraron como
mercenarios con los cartagineses.
183 Nombre que, latinizado en Narbo, pasará a transformarse en Narbona;
una de las principales ciudades romanas de esta zona.
184 El Aude, que desemboca por el grau de Vendres.
185 El étang de Vendres. El nombre de Hélice está relacionado con el
pueblo de los elesices.
186 La ciudad de Béziers.
187 Río de difícil identificación, quizá el Lirou, afluente del Orb por
Béziers.
188 El Orb, que pasa junto a Béziers.
189 El Hérault, el río más importante de esta comarca, desemboca por Agde.
190 Estos dos versos y medio se han perdido en la transmisión manuscrita.
La editio princeps escribe Cinorus, que podría interpretarse como un
hidrónimo; seguimos sin embargo la lección de Holder: "sonoro, rumoroso".
191 O Alcíone: personaje mitológico, hija de Eolo, rey de los vientos, y
casado con Ceis (Apolodoro, Biblioteca y 7,4).
192 El promontorio o cabo de Agde, emplazado frente por frente del cabo
Blanco o Cándido (Leucate).La isla de Brescou, junto a Agde.
193 La isla de Brescou, junto a Agde.
194 El montículo en que se asienta la ciudad actual de Sète, que mantiene
el nombre.
195 La marisma de Thau.
196 Río fronterizo entre iberos y ligies/ligures, difícil de localizar;
pudo haber sido el actual Lez (el romano Ledo), que pasa por el centro de
Montpellier.
197 O ligures, pueblo primitivo de ubicación y extensión territorial
imprecisas (sobre el mar Ligur, cf Des. 113).
198 Ciudad imposible de identificar con exactitud, quizá Bouzigues, a
orillas de la marisma de Thau y junto a Sète.
199 Quizá Mèze, a orillas también de Thau, aunque situada antes que
Poligio/Bouzigues.
200 Asimismo, imposible de localizar; se ha asociado a Miguelonne, cerca
de Palavas-les-Flots.
201 Se han perdido los vv. 617-620, en los que se debía describir el
estanque de Mauguio. El río Clasio es, quizá, el actual Vidourle o el
Colazon.
202 La cordillera de Cévennes, al noroeste de Alés, balizando la parte
occidental del valle del Ródano.
203 El río más importante en esta zona y, junto con el Tarteso, de las
Costas, por lo que se le dedica una descripción muy amplia.
204 Llamados antes ligies.
205 Excursus afectuoso dirigido a Probo (como ya hizo al comienzo de la
obra, cf. vv. 1, 24 y 51), antes de comenzar con la descripción del Ródano.
206 Cadena montañosa que limita por el este el valle del Ródano (cf. Des.
428).
207 El Ródano, el río más caudaloso de Francia.
208 Se llamaban así las cimas más altas de un macizo; aquí se refiere al
pico del Glacier du Rhône (cf. supra), aunque no sea el más alto.
209 Noción cosmológica primitiva, no científica, según la cual la tierra
es el centro del universo y el sol gira a su alrededor.
210 Nueva pérdida de texto original, que incluye los vv. 658-661; por ello
Resi carece de sentido.
211 Pueblo fabuloso que en griego significa "los que están más allá del
Bóreas" esto es, situado en el Norte más lejano, en pleno Polo Norte, en
un país utópico (cf. los montes Rifeos, Des. 451), de clima
paradójicamente ideal, de tierra fértil, productora de dos cosechas
anuales, etc.
212 Es decir, al Este, simbolizado por Aquémenes, el rey persa (cf. la
"luz aquemenia", Des. 474).
213 Pueblos sólo conocidos por estos nombres; pertenecen a un estadio
anterior a la campaña de Aníbal (Segunda Guerra Púnica, 218-201 a. C.),
probablemente precelta.
214 O teménica: la campiña que rodea el lago Léman.
215 La zona pantanosa, hoy desecada, que se extiende ente Tarascón, Bellegarde y Arlés.
216 El Ródano desemboca por varias bocas, aunque sólo tres eran las
principales, y formaban un gran delta pantanoso, lleno de marismas.
217 La ciudad de Arlés, posible nombre celta; Teline sería precelta, de
substrato ligur.
218
Avieno parece no haber entendido bien la información de Fileo (al que
ya citó al principio de esta obra): no se trata de que el Ródano separe
Europa de Libia (=África), sino que Fileo se refería a la población libia,
de la tribu ligur de los líbicos (con capital en la antigua Iulia Libyca,
hoy Llívia, que conserva el nombre), pueblo que ocupó el territorio entre
el Pirineo y el Ródano.
219 Es decir, entre Pirene (=Port Vendres) y Ródano-Marsella hay unos 240
Km., que dan una media de 72,5 Km por jornada.
220 Pueblo conocido sólo de nombre; quizá fueron también ligures.
221 Ciudad que podría identificarse con la actual Berre, en el Étang de
Berre.
222 Pueblo pre celta, de substrato ligur.
223 Ciudad de la marisma de Berre, quizá Malestrou.
224 El cabo Couronne o la Chaîne d´Estanque.
225 Colonia fundada por los griegos focenses antes del s. VI a. C., la más
importante de toda la costa francesa: sirvió de base para la fundación de
otras (cf. Des. 113).
226 Podría tratarse del istmo que se extiende entre el puerto llamado La Joliette -por el norte- y el Puerto Viejo -por el sur-. 227 Terminan así las Costas marinas, sin que se sepa cuántos versos se han perdido.
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