Pedro Garciarias
HAIKU Nº 20 - Año 2015
Pintura del artista Shen Zhou (1427-1509). Dinastía Ming
Pliegos del Azul
compuestos por un texto y doce haikus
de Pedro Garciarias, según la Escuela Shinkeikoo,
y una ilustración intervenida. Este pliego está dedicado
a Margarita Ferrer Hurí. Se acabó de imprimir en los talleres
de Bodonia artes gráficas, S.L., el 14 de diciembre festividad
de San Juan de la Cruz. Para el texto se han utilizado
caracteres Times, impreso sobre papel Cyclus
Offset de 140 g. La edición de este
n º 20 consta de 300 ejemplares
numerados del 1 al 300 y 40
en cifras romanas.
Ejemplar nº
¡Envuélveme de auroras, pedía el caminante, hazlo con su azul sublimado por el gris y el violeta rojizo, el naranja y el oro me vestirán después!, ¡envuélveme, también, con las alas coloreadas de la Aurora! El caminante se sentaba, entonces, en el banco encalado de un lugar conocido con el nombre de "la Asomaílla" que se abría, de par en par, al sol naciente. Incluso se levantaba mucho antes de la primera luz para llegar a tiempo y no perderse el primer rayo de sol. Una luz indecisa dejaba descansar la vista, mientras el caminante se decía a sí mismo: "¡Despertaré a la aurora!", puesto que la experiencia del alba no es abrir los ojos al sol. También había observado que la dirección del viento cambiaba, casi siempre, dos o tres segundos antes de que el sol apareciera coronando de luz la transversal sur de Sierra Nevada. El esplendor de la luna llena era todavía visible en el cielo. Una sorpresa: ¡cuánta música le estaba esperando!, aquel año vio, por primera vez, al sonido, no es que lo oyera simplemente, ¡es que lo vio!, la visión del sonido impregnando todo con su color, los álamos, la hiedra, y la flor de la alcaparra, florecida al borde del camino, y el zumbido matinal de las abejas. Siguió de prisa hasta el paraje del Salto del Gitano, el sol quemaba y se cubrió la cabeza con el sombrero. Era hora de volver a casa, llevando su camisa teñida por las alas de la Aurora. Al atardecer de aquel día, una inesperada sincronía hizo llegar a sus manos el célebre haiku de Matsuo Basho, en el que el poeta deja escrito cómo vio a las rocas impregnarse del canto de las cigarras. Algo le susurró muy adentro: "Ya lo ves, no te habías equivocado". Antonio Carvajal describió, en un bellísimo poema, la llegada de un arcángel que se fue con la aurora. Aquella noche, el caminante pensó, después de leer otra vez su Retablo de Arcángeles, que el visitante, impregnado de luces, siempre vuelve...
Agosto, Yegen - Alpujara de la Sierra, 2013
Himno a la Aurora
Usas
Como un joven que sigue a su amada. Así el Sol sigue a la Aurora... ... Aurora, Hija del Cielo, préstanos tu resplandor Y disipa todas las sombras de maldad, ¡Levántate!, el aliento de la Vida nos ha alcanzado. Una vez más, la oscuridad ha huido y la luz se acerca con rapidez. Sal y atiende nuestras plegarias con tus favores. Bendícenos entre las gente, ¡oh, Aurora!, siempre deseada.
Upanisad, RV 1 , 113-115.2; V, 80,5
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En el viejo aljibe Despiertos los ojos La última estrella
La última estrella y la luna llena Tardan en irse Ah, el alba avisa
Pasada la tormenta Mil charcos de agua Espejos para el cielo
De lejos y en el suelo El resplandor violeta De las camelias caídas
Sobre un iris dibujado Reposa la mariposa tigre Ah, qué silencio
El sonido cobija Canta con el ruiseñor Lo que guarda dentro
La llovizna de madrugada Horada el sendero Huele a lluvia el campo
Se hunde en el agua El dios de la compasión Cuando rompen las pequeñas olas
El color del alba Y no es mirar al sol Hace un guiño
Todavía no hay sol Pero un cuchillito de luna Está rebanando el aire
No llegan las golondrinas Vuelan hasta agotarse Avanza al sur el desierto
Traspasa el primer sol La voz que lo llama Ah, abiertos los brazos
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