Estudio arqueológico del entorno de las salinas de La Malaha
Por Ana RUIZ JIMÉNEZ. Arqueóloga
29/2/08
Este trabajo forma parte del proyecto de investigación para la obtención del DEA de Ana Ruiz Jiménez, titulado “Las salinas de la Malaha” que, bajo la dirección del Dr. Antonio Malpica Cuello, se presentó en la Universidad de Granada en septiembre de 2007. Es un breve estudio sobre el contexto en el que se insertan las salinas de la Malaha, en la vega de Granada, realizado a partir del reconocimiento y análisis arqueológico del territorio.
ARTÍCULO EN SU CONTEXTO ORIGINAL EN INTERNT.
http://www.arqueologiamedieval.com/articulos/97/estudio-arqueologico-del-entorno-de-las-salinas-de-la-malaha
Estudio arqueológico del entorno de las salinas de La
Malaha
Ana Ruiz Jiménez
Cuando iniciamos la investigación sobre las salinas de
La Malaha y el territorio que las circunscribe,
consideramos fundamental realizar un estudio
arqueológico que aportara nuevas informaciones,
incógnitas que los textos no desvelan. Desde un primer
momento, tuvimos la intención de llevar a cabo una
prospección arqueológica superficial con carácter
intensivo a lo largo de la totalidad del curso del
arroyo Salado, a uno y otro lado del mismo, desde La
Malaha hasta el término municipal de Santa Fe. Pero esto
no ha sido posible, pues topamos con un impedimento: la
actual legislación. La vigente Ley de Patrimonio exige
unos requisitos que son imposibles de cumplir para
llevar a cabo una investigación del tipo que
pretendíamos realizar. Para recibir los permisos por
parte de la Delegación de Cultura de la Junta de
Andalucía en Granada, y poder llevar a cabo así la
prospección, dicha legislación requiere una copia del
título de propiedad de la parcela que se va a prospectar
y un permiso firmado por el propietario. Dada la
extensión del terreno a prospectar, esto se convertía en
una traba que imposibilitaba la intervención, puesto que
hubiéramos tenido que solicitar la citada autorización y
documentación de numerosos propietarios, en el caso de
que estos estuvieran en posesión de la misma y en el
caso de que obtuviéramos su beneplácito, con lo que esto
puede conllevar. En el caso de la localización de unos
restos arqueológicos importantes, puede significar la
excavación de los mismos para su correcta documentación
y conservación y tal vez su futura puesta en valor, lo
que podría suponer la expropiación de los terrenos.
Representando así grandes pérdidas económicas para el
propietario, ya que la mayoría de las parcelas están en
explotación, fundamentalmente cultivos de cereal y
olivo.
La compresible negación de los propietarios a llevar a
cabo nuestra exhaustiva prospección nos llevó a tomar la
determinación de realizar otro tipo de estudio basado en
visitas y en un reconocimiento superficial del terreno,
sin recogida de cerámica, ya que no nos estaba
permitido. Por tanto, la toma de datos se ha realizado
en el propio terreno. Los restos arqueológicos
superficiales, básicamente fragmentos cerámicos,
aparecidos han sido estudiados in situ, es decir,
no se ha recogido material alguno. De todas formas, no
descartamos en un futuro llevar a cabo nuestra frustrada
prospección, si las condiciones, hasta el momento
adversas para ello, cambian, e, incluso, ampliar el
territorio a investigar.
La finalidad del trabajo que hemos realizado reside en
establecer la secuencia histórica (crono-cultural) de la
zona estudiada con el fin de determinar qué sociedades
pudieron abastecerse del curso del río Salado. Primaba
la documentación de posibles elementos y/o niveles
arqueológicos superficiales que reflejasen niveles de
ocupación humana, así como su ubicación, delimitación y
caracterización, si es que esto era posible a simple
vista. Pretendíamos anotar la existencia de poblados o
asentamientos posiblemente asociados o relacionados con
las salinas o, al menos, con el arroyo Salado. Además,
prestamos especial intención al posible descubrimiento
de otro centro de extracción de sal en las cercanías del
río. Contábamos con la posibilidad de localizar una
salina cuya explotación fuera anterior a la de La Malaha,
sobre todo en las zonas donde el río sale de su
encajonamiento. Puede que este objetivo pudiera parecer
un tanto pretencioso, por eso durante nuestras visitas
también incidimos en la idea de hallar, al menos,
fragmentos cerámicos, con restos de sal, dato que puede
estar informando sobre el abastecimiento de este
producto, tal vez, sin necesidad de crear un centro
salinero, si no, simplemente, mediante la calentamiento
del agua salada en recipientes cerámicos, algo
constatado, como ya hemos repetido en varias ocasiones,
en poblaciones prehistóricas del noroeste de Europa a
partir del siglo VIII a.C. y en Andalucía entre los años
4000 y 700 a.C. (1) La sencillez de la tecnología a
utilizar en la producción de sal en las zonas, como
Andalucía, con escasez de lluvias y largos meses de
insolación nos lleva a pensar en que la explotación de
sal en esta zona pudiera remontarse a tiempos
prehistóricos. Y es que el hecho de que haya una salina
no quiere decir que el recurso de la sal no fuera
conocido antes de la existencia del centro de
producción.
Como ya expusimos en la introducción, nuestro trabajo de
investigación sobre las salinas de La Malaha se centra
en la Arqueología del paisaje, que tiene como
objetivo, según definió en su momento Miquel Barceló:
“la movilización de toda la información, incluida la
escrita, para identificar, relacionar y entender todas
las trazas de los asentamientos desaparecidos y de los
entornos por ellos producidos, también desaparecidos. Se
comprende fácilmente que la arqueología extensiva sólo
sea practicable mediante un complejo de técnicas y
procedimientos que van desde la fotografía aérea y la
teledetección, los análisis de palinología y
zooarqueología hasta la medición de pendientes para
determinar los perímetros de irrigación y el análisis de
topónimos. Incluso cierta documentación es susceptible
de ser utilizada regresivamente; es decir, aprovechar su
información, cronológicamente posterior, para
reconstruir los espacios sociales anteriores” (2).
Esta arqueología se basa en analizar más allá de la
relación entre poblaciones y los recursos a su alcance,
estudia los procesos de cambio a largo plazo, intentando
enlazar todo ello con el presente. Para ello se hace
necesario utilizar numerosas técnicas, muchas de ellas
tomadas de la geografía, tales como la cartografía o la
toponimia. La arqueología del paisaje se puede vincular
a la denominada Arqueología hidráulica, cuyos
fundamentos expuso para el caso de al-Andalus el propio
Miquel Barceló y sus colaboradores (3).
Siendo consecuentes con las ideas que acabamos de
expresar, previo a nuestro trabajo de campo, realizamos
un completo análisis de la cartografía que estaba
a nuestro alcance. Hemos examinado mapas geológicos y
planos topográficos a varias escalas (1:50.000;
1:25.000; 1:10.000). También recurrimos a la
fotointerpretación, consistente en el estudio de las
fotografías verticales realizadas en el vuelo aéreo
de 1956 por el ejército estadounidense. En ellas se
aprecia que la transformación de las salinas aún no se
había producido, como tampoco se había construido la
carretera que corre paralela al arroyo Salado desde La
Malaha hasta Santa Fe, la A-385. Las fotografías
muestran que en esa fecha el núcleo urbano se encuentra
prácticamente igual que en la actualidad y, mientras en
el campo aún no se habían realizado las masivas
reestructuraciones agrarias, con el consiguiente aumento
del cultivo del olivar. Por último, también hemos
recurrido al análisis de las nuevas fotos por satélite (ortofotografías),
las cuales constituyen una importante fuente, ya que
tienen muy buena definición.
Las unidades de relieve del área estudiada a través de
fotos, planos y exploración vienen determinadas por la
red hídrica existente, compuesta exclusivamente por el
arroyo Salado, que tiene un desarrollo de sur a norte,
como se puede comprobar en la imagen superior. Este río
se encuentra encajonado entre barrancos, durante
prácticamente todo su recorrido visualizado, es decir,
desde la salina de La Malaha hasta el comienzo de la
Vega, término municipal de Santa Fe. Hemos localizado
gran diversidad de unidades de relieve (lomas,
barrancos, terrazas), por lo que hay varios entornos en
una diferencia de altitud no muy acentuada de unos 120 m
de desnivel (de 630 m a 750 m). Hemos establecido una
zonificación del territorio visualizado. Dentro de
cada zona elegida para estudio resaltaremos algunas
características:
• Tipo de terreno, diferenciando entre cultivado
o abandonado
• Tipo de cultivo: olivo, almendro, huerta,
cereal. Los cultivos de mayor superficie analizados son
las plantaciones de olivo y almendro
• Según las condiciones de visibilidad de las
diferentes superficies estudiadas, hemos distinguido
entre A (alta), B (media), C (baja)
• Existencia o no de restos arqueológicos, ya
sean fragmentos cerámicos o estructuras en superficie
Hemos elaborado tres mapas para la mejor compresión de
este trabajo arqueológico. Uno refleja las zonas
exploradas y visitadas, otro las condiciones de
visibilidad de cada zona y el último los resultados
obtenidos. Dichos mapas se encuentran como documentos
adjuntos al final del trabajo.
► ZONA 1.1. Situada al oeste del arroyo
Salado. Empieza a la altura de las salinas (coordenadas:
X 435899, Y 4106844) y comprende varias parcelas, en su
mayoría olivares, que habían sido arados recientemente.
La visibilidad de la superficie era alta (A), y
observamos que la tierra estaba constituida por aportes
alóctonos para la mejora del cultivo. A nivel
superficial hallamos ingentes cantidades de cerámica muy
dispersas adscritas a diferentes épocas. Destacaban los
numerosos fragmentos cerámicos amorfos, cuya cronología
resulta difícil determinar, además del alto porcentaje
de cerámica común de época moderna, sobre todo
fajalauzas vidriadas en blanco con motivos en azul, unas
y en verde, otras. No obstante, se identificaron una
serie de fragmentos que, pese a estar bastante rodados
en su mayoría, se ha identificado su cronología:
• Borde recto y corto, cuerpo de tendencia globular,
vidriado en marrón perteneciente a una marmita nazarí
• Miniatura de cazuela de borde en ala, de época nazarí,
o puede que una tapadera, vidriada al interior en color
marrón-verdoso
• Cazuela del siglo XVI. Borde engrosado al exterior, de
sección triangular y labio bífido
• Asa de jarrita nazarí con decoración estriada
• Base de quesera o cuscusera de época nazarí, vidriada
en marrón
• Base de escudilla, posiblemente del siglo XII-XIII,
vidriada al interior en color melado-amarillento
• Olla tardorromana (siglo VI-VII). Borde vuelto.
En la margen oeste del arroyo Salado hay un camino de
tierra que corre paralelo al río hasta que éste
desemboca en la A-385, carretera secundaria que va desde
Otura hasta Santa Fe, y que pasa a “acompañar” al arroyo
a lo largo de todo su recorrido. Las zonas 1, 1.2, 2 y
2.2 comprenden el espacio de este a oeste que se ubica
entre el río y el citado camino de tierra. A partir de
ahí, el estudio pasamos a hacerlo a uno y otro lado de
la carretera.
► ZONA 1.2. Al oeste del arroyo, a
continuación de la zona 1.1. La visibilidad es este
sector también era buena (A). Al principio de esta zona
hay una pequeña parcela de huertas (coordenadas: X
435825, Y 4106984). El propietario de estos terrenos nos
mostró la alberca donde enfría el agua, proveniente de
una fuente termal, para regar sus cultivos.
• Fuste nazarí de candil de pie alto
• Borde en ala de cazuela nazarí, vidriado en color
marrón
• Pequeño alcadafe del tipo “sombrero de copa”, con el
borde engrosado al exterior de sección rectangular.
• Posible cantimplora o botella. Cuello cilíndrico, de
borde curvo-saliente, labio redondeado, vidriado en
marrón.
► ZONA 2.1. Se encuentra a continuación de
la zona 1 y de la zona 1.2, siguiendo la orilla oeste
del río hacia el norte (coordenadas: X 435656, Y
4107186). La componen varias parcelas, en su mayoría
olivares. Una de ellas, una pequeña que linda con el
cauce del arroyo, localizada al este en el inicio de
esta zona, se encuentra abandonada y los matojos que la
cubren impiden la visibilidad de su superficie (C). En
los olivares, que estaban recién arados (visibilidad A),
la cerámica hallada, al igual que en las zonas
anteriores, provenía de aportes traídos de fuera. Los
restos cerámicos son exclusivamente de época moderna. En
el último terreno, que se encontraba en estado de
abandono, localizamos restos de un antiguo cortijo
(coordenadas: X 435554, Y 4107247), hoy muy derruido,
que estuvo construido con piedra calcarenita de la zona,
alabastro y mortero de tierra y cal.
► ZONA 2.2. Parcela de olivares
(coordenadas X 435412, Y 4107327). La alta visibilidad
(A) ha permitido recuperar bastantes fragmentos
cerámicos, en su mayoría cerámica común moderna, como
una marmita del siglo XV-XVI, de cuello recto con
engrosamiento interior para acomodo de tapadera.
Los restos de cerámica adscritos a otras épocas han
sido:
• Base de marmita de época nazarí con resalte en la base
y arranque del cuerpo que es de tendencia globular.
Vidriada en marrón
• Cazuela nazarí con resalte en la base, vidriada en
marrón
► ZONA 2.3. Parcela pequeña (coordenadas X
435340, Y 4107457) que es contigua a la zona 2.2 hacia
el norte, pero al oeste del camino de tierra que antes
hemos mencionado (al este del camino se halla la zona
2.4) y al este de la A-385, carretera secundaria. En la
confluencia del camino y la carretera termina la zona
2.3. Terrenos cultivados de olivos, cuya superficie se
observaba perfectamente (A). A pesar de ello no hallamos
ningún fragmento cerámico ni estructura alguna.
► ZONA 2.4. Parcelas localizadas entre el
arroyo y la carretera. Al principio de esta zona la
visibilidad es buena (A), pero al final es baja (C)
debido al vertido de escombros. Inserta en la escombrera
hay un pequeño olivar en el que no se encontraron restos
arqueológicos.
► ZONA 3.1. Es una zona muy alargada, que
comienza en un punto con las coordenadas X 435181, Y
4107488. Se corresponde con las parcelas siguientes
hacia el norte, situadas entre el río y la carretera.
Empieza en el límite sur del término municipal de Las
Gabias con la continuación de la escombrera hallada en
el área anterior (C). Ocupa, prácticamente, la misma
longitud que la zona 3.2 y la zona 3.3 juntas. Se trata
de terrenos cultivados de olivos. La superficie de
parcelas de los extremos de esta zona tenía alta
visibilidad (A) y las del centro visibilidad media (B).
No se hallaron restos.
► ZONA 3.2. Amplia zona, localizada al
oeste de la A-385. Empieza unas hectáreas antes del
límite sur del término municipal de Las Gabias, en cuyo
comienzo había unos terrenos de secano abandonados,
donde la visibilidad era casi nula (C) debido al alto
porcentaje de matojos. A continuación encontramos una
parcela de olivos, de visibilidad alta (A). No hay
hallazgos en esta zona, a excepción de una estructura de
construcción reciente. Se trata de un resguardo de
pastor realizado en piedra que debe usarse en caso de
necesidad puesto que se encuentra en perfecto estado.
► ZONA 3.3. Abarca una amplia extensión. Se
localiza a continuación de la zona 3.2, es decir al
oeste de la A-385 (coordenadas X 435173, Y 4108511).
Está conformada por una parcela de secano, cultivada de
cereal, que había sido recientemente recolectado. La
visibilidad de la superficie no era muy buena (B). A
continuación hay un olivar donde la visibilidad era, en
general, óptima, exceptuando algunas áreas que los
hierbajos impedían observar bien la superficie (B). En
nuestro reconocimiento superficial de esta zona no
localizamos ni fragmentos cerámicos ni estructuras.
Habíamos zonificado el espacio en áreas pequeñas para
especificar de forma concreta los hallazgos. Debido a
que, por el momento, los resultados de nuestra
exploración del terreno estaban resultando negativos,
decidimos ampliar la superficie de las zonas. A partir
de la zona 4 tendremos áreas más extensas que las hasta
ahora descritas.
► ZONA 4.1. Se localiza al otro lado del
arroyo Salado, es decir en la margen este, llegando
hasta las elevaciones alomadas orientales. Comprende un
vasto territorio, que comienza con un olivar recién
arado (coordenadas: X 435353, Y 4108794). La visibilidad
de la superficie en esta zona es óptima (A). No se
localizaron restos cerámicos ni estructurales.
► ZONA 4.2. Se encuentra a continuación de
la zona anterior hacia el sur, llegando hasta la altura
de las salinas. La conforman parcelas de secano
abandonadas, algún almendral y un cultivo de olivos
jóvenes. Es en el último tramo de esta zona donde
localizamos varios agujeros de gran profundidad
(coordenadas: X 435427, Y 4107519), ocasionados por la
degradación del terreno, que es muy blando en toda la
comarca del Temple con abundancia de yesos. En esta
misma parcela encontramos cuatro amorfos que no aportan
cronología. La visibilidad en toda la superficie de
estas parcelas es buena (A).
► ZONA 4.3. Comprende la cara este de las
lomas orientales hasta la cima, desde el límite con la
zona 4.1 y, sobre todo, con la zona 4.2. La vegetación
espontánea que cubre la superficie es algo densa,
básicamente arbustos y matojos, lo cual provoca una
visibilidad media (B). No hay hallazgos arqueológicos.
► ZONA 5.1. De nuevo nos encontramos en la
margen oeste del arroyo, en un tramo que comprende una
amplia parcela de cereal recién cortado y cogido,
localizada por encima de la carretera (coordenadas: X
435011, Y 4110428). La visibilidad de la superficie no
es del todo buena (B). Terreno sin cerámica ni
estructuras.
► ZONA 5.2. Terreno que ocupa igual
superficie y que se encuentra a la misma altura que la
zona 5.1 pero al otro lado de la carretera. Por tanto
este espacio está limitado por el arroyo al este y por
la carretera al oeste. En la otra margen del río, se
encuentra el cerro del Tesorillo (zona 7.1), que también
hemos visitado. Esta zona 5.2 comprendía un olivar, en
el que la visibilidad era bastante buena (A). Hallamos
tres fragmentos de cerámica, que eran amorfos de
cronología indeterminada.
► ZONA 6.1. En el cortijo de Ánimas (4),
localizada al oeste de la A-385. Según informadores
locales en esta parcela había restos de una antigua
salina. Nos hablaron de unas pequeñas piletas para la
evaporación del agua salada, pero en nuestra visita no
las encontramos. El encargado del cuidado de la parcela
negó la existencia de dichos restos relacionado con el
agua salada, y nos señaló el camino hacia una fuente
termal. Al oeste del cortijo y a escasa distancia hay un
nacimiento de agua caliente, que la gente utiliza como
baño. En nuestro reconocimiento del terreno, de
visibilidad A, no localizamos fragmentos cerámicos en
los olivares más cercanos a la carretera A-385, que es
una zona de regadío, pues se trae agua desde la fuente
antes mencionada a través de una acequia, que va
repartiendo el líquido elemento por todos los cultivos.
Previo al riego el agua es enfriada en tres piletas,
localizadas al pie del camino que conduce hasta el
cortijo. Junto a las albercas hay una gran balsa de
alpechín.
► ZONA 6.2. La acequia de las Ánimas, que
cruzaba perpendicularmente bajo la carretera,
desembocaba en el arroyo Salado, distribuyendo en esta
parcela más baja el agua, como siempre estamos
documentando mediante sistema de riego por goteo (5). En
esta parcela, de alta visibilidad (A), había un olivar
en el cual no localizamos restos arqueológicos. Tanto la
zona 6.1 como la zona 6.2 limitan al norte con la
“frontera” sur del término municipal del Vegas del
Genil.
► ZONA 7.1. Al oeste de la carretera,
visitamos unos terrenos de visibilidad nula (C), pues se
habían convertido en una gran escombrera de materiales
de construcción (coordenadas: X 435558, Y 4112869).
Hacia el oeste se puede ver una cantera de tierra.
► ZONA 7.2. Frente a la zona anterior,
cruzando la carretera y el río, que en ese tramo están
separados por escasos metros, se había realizado una
explanada mediante el desmonte de tierras. En el momento
de nuestra visita la maquinaria (camión, tolva, pala
excavadora) no estaba en funcionamiento. El vallado de
la parcela nos impedió el paso.
► ZONA 8.1. Cerro del Tesorillo, localizado
en la margen este del Arroyo Salado. Realizamos nuestro
recorrido desde el propio río hasta la cima, situada a
751 m de altitud., donde hay una edificación de
hormigón, que se trata de uno de los puntos geodésicos
del Instituto Geográfico Nacional, cuyo estado a nivel
de estructuras es de abandono (coordenadas: X 435686, Y
4110731). Se trata de una parcela irrigada, cultivada de
olivos, donde la visibilidad de la superficie era muy
buena (A). No documentamos ningún resto arqueológico.
► ZONA 9.1. Cerro de los Pedernales, que se
encuentra al lado este del río, frente a las zonas 6.1 y
6.2. Centramos el reconocimiento del terreno desde la
cima, localizada a 698 m de altitud, hasta el arroyo. Al
norte llegamos hasta el límite con el término municipal
de Vegas del Genil. Recorrimos un olivar en el que se
observan en superficie los sistemas de riego, a pesar de
que la visibilidad no era óptima (B), debido a la gran
cantidad de matojos. No nos encontramos evidencias
arqueológicas.
► ZONA 10.1. Se corresponde con parte de la
cuesta del Chaparral que lleva hasta el cerro de la
Atalaya. Es una zona alomada, cubierta con vegetación
espontánea, pero a pesar de ello la visibilidad no era
mala (B). Comprende el territorio al oeste del camino de
tierra que asciende hasta la cima. Presentaba cerámica
desde su cota más baja (coordenadas: X 434791, Y
4106381). Conforme ascendemos encontramos mayores
concentraciones de fragmentos cerámicos, algunos de
ellos muy rodados (coordenadas: X 434759, Y 4106436).
Destacamos:
• Numerosos fragmentos de cerámica hecha a mano,
posiblemente prehistórica, de color negro, con mucho
desgrasante de tamaño medio y fino
• Cerámica común ibérico-romana realizada a torneta.
Bordes engrosados al exterior de sección en “T”, de
pasta anaranjada, con abundante desgrasante de cuarzo y
mica.
Desde la siguiente referencia, coordenadas: X 434725, Y
4106441, hacia arriba no hallamos ningún fragmento
cerámico, como tampoco en la cima de esa loma. Por
tanto, las concentraciones de material cerámico, en gran
parte rodado, localizadas más abajo provienen casi con
seguridad de la zona alta, lo cual nos llevan a pensar
en la posibilidad de que haya un asentamiento con dos
fases, por la cronología que nos aporta la cerámica. No
se hallaron estructuras en superficie. No tenemos la
certeza de que éste sea el poblado del Bronce Final y
protoibérico ya documentado por Mª Oliva Rodríguez Ariza
en el perfil de la A-385 a la altura del cerro de la
Atalaya. Lo cierto es que nuestro hallazgo se encuentra
bastante más al oeste de la carretera. Rodríguez Ariza
no aporta coordenadas, lo cual imposibilita concretar
más.
► ZONA 10.2. Cuesta del Chaparral. Pero
esta zona abarca el espacio al este del camino de
tierra. Las características del terreno son las mismas,
por tanto contamos con una visibilidad de tipo medio
(B). En esta zona encontramos cerámicas dispersas, no
concentraciones.
► ZONA 10.3. Cerro de la Atalaya, cima de
la loma (coordenadas: X 434419, Y 4106868) donde se
encuentra la torre (6) que protegía la alquería de La
Malaha, siendo su función principal vigilar el
importante paso que comunica Málaga con Granada.
Hemos comprobado que se conservan restos soterrados de
la dicha torre, que han sufrido varios expolios. Los
agujeros provocados por los saqueadores permiten
observar el material con el que está realizada, que es
piedra pizarra y mortero rico en cal. En toda esta zona
exclusivamente hemos encontrado cerámica de cronología
nazarí, sobre todo, abundantes fragmentos amorfos de
cerámica de cocina, vidriados en marrón. Destacan:
• Un asa de marmita, vidriada en color marrón
• Fragmento de jarrita de paredes finas, pasta rojiza y
engobe blanco
► ZONA 11.1. Yacimiento de los Baños de La
Malaha, localizados cerca del actual núcleo urbano. En
general, la visibilidad de la superficie en la zona es
media (B). Hemos hablado suficientemente de este espacio
gracias a los resultados expuestos por los arqueólogos
que han llevado a cabo intervenciones allí. Comprobamos
el deficiente estado en el que se encuentran los
mencionados baños, debido a la inacabada estructura de
hormigón que los cubre y que, por contra, se realizó con
la intención de protegerlos a comienzos de los años 90.
Su realización se llevó a cabo sin control por parte de
arqueólogos. Además, dicha armazón produce un fuerte y
desagradable impacto visual.
Mención aparte merece la consolidación que se realizó a
estas estructuras, en la que se utilizó incluso ladrillo
de triple hueco, como se puede observar en la
fotografía.
En el entorno los baños hemos observado numerosos muros
de piedra soterrados, al este y al oeste de los baños.
Suponemos que son los restos de la villa romana. Algunos
de estos muros tienen una gran longitud y, en
apariencia, escasa anchura.
En el perfil de la A-385 aún se pueden observar los
sondeos pertenecientes a las excavaciones arqueológicas
que se han realizado en el entorno. Los que hemos
reconocido se correspondan a una intervención reciente,
posiblemente a alguna de las realizadas en estos últimos
años con motivo del acondicionamiento de la carretera
A-385, puesto que hay sondeos en el perfil de la misma.
Resulta impresionante el gran cortijo que se conserva en
estado ruinoso muy cerca de los restos romanos, es el
denominado Cortijo de los Baños. Puede que, incluso,
parte de él esté construido sobre la villa. Es un buen
ejemplo de arquitectura agraria andaluza. Se organiza en
dos núcleos articulados en torno a patios, conformando
una planta rectangular y un volumen cerrado (7).
► ZONA 12.1. Salinas de La Malaha. Hemos
dedicado un capítulo completo del presente trabajo a los
resultados obtenidos en nuestro reconocimiento de este
centro productivo, el cual hemos visitado en varias
ocasiones.
Prácticamente ninguno de nuestros planteamientos
iniciales se han confirmado durante el reconocimiento y
exploración del territorio. Obviando, las áreas
correspondientes al cerro de la Atalaya (zona 10), Los
Baños (zona 11) y la salina (zona 12), en el resto de
territorios analizados los resultados han sido
negativos, lo cual es una información realmente a
considerar, pues tan importante es localizar restos
arqueológicos como no hallarlos. Los únicos restos
cerámicos documentados, véase las zonas 1.1, 1.2,
pertenecen a aportes de tierra llevada desde otros
lugares con la intención de mejorar el terreno de
cultivo (zonas 1.1, 1.2, 2.1, 2.2, 4.2, 5.2). Estos
fragmentos cerámicos no mostraban evidencias de haber
servido como recipientes destinados a contener agua
salada que mediante insolación genere este producto. No
hemos localizado elementos arqueológicos superficiales
que reflejen niveles de ocupación humana, como poblados
o asentamientos, para poder así asociarlos con las
salinas o, al menos, con la explotación del arroyo
Salado. Tampoco hemos hallado la existencia de otra
salina en los lugares en los cuales era factible su
establecimiento, es decir, donde había acceso al río, ya
que éste sale de su encajonamiento, zona 4.1 y zona
12.1.
Notas
1.- ALONSO VILLALOBOS, C., y MÉNANTEAU, L., “Métodos y
técnicas de explotación salinera”, Salinas de
Andalucía. Sevilla, 2004, pp.47-48
2.- BARCELÓ, Miquel, “La arqueología extensiva y el
estudio de la creación del espacio rural”, en M. Barceló
y otros, Arqueología medieval. En las afueras del
“medievalismo” , Barcelona, 1988, p. 195
3.- BARCELÓ, Miquel, KIRCHNER, Helena y NAVARRO, Carmen,
El agua que no duerme. Fundamentos de la arqueología
hidráulica andalusí, Granada, 1996
4.- Hemos intentado buscar alguna referencia acerca de
este cortijo en un libro idóneo para ello pero no
aparece mención alguna a esta construcción. AA.VV.,
Cortijos, haciendas y lagares. Arquitectura de las
grandes explotaciones agrarias de Andalucía. Provincia
de Granada, Madrid, 2003
5.- En la zona 1.2, 8.1 y 9.1 también hemos documentado
estos conductos estrechos de goma (sistema de riego por
goteo)
6.- La ubicación de la torre-atalaya de La Malaha la
encontramos en la publicación de MARTÍN GARCÍA, Mariano;
BLEDA PORTERO, J.; MARTÍN CIVANTOS, José Mª,
Inventario de la arquitectura militar de la provincia de
Granada (Siglos VIII al XVIII) , Granada, 1999
MALPICA CUELLO, Antonio, Poblamiento y castillos en
Granada, Barcelona, 1996, p. 225
7.- AA.VV., Cortijos, haciendas y lagares.
Arquitectura de las grandes explotaciones agrarias de
Andalucía. Provincia de Granada, Madrid, 2003, p. 39