INICIO WEB CÁDIZ

 

 

EL HOMBRE DEL ROTULADOR AZUL

Leyenda de un gaditano singular

 

por "Algaida"

 

 

 

 

Hace unos años por la ciudad de Cádiz, un joven se dedicaba a escribir con rotulador grueso de color azul en sitios insospechados, aunque manifestaba cierta preferencia por las fachadas de las entidades bancarias, hoteles, juzgados y colegios religiosos.

La mayoría de las frases eran geniales. En sus extensas parrafadas mezclaba a Nietzsche con el carnaval, o a Einstein con las papas aliñás, casaba una literatura fragmentada con la subversión. Una frase escrita en una sucursal bancaria decía:

 

 - “Sois tan pobres, que lo único que tenéis es dinero“.

 

Era como el Mayo Francés al estilo gaditano. Se cuenta que en una ocasión entró con un plato de boquerones en vinagre en la iglesia del colegio San Felipe Neri en el momento en que el sacerdote alzaba el cáliz para la consagración al grito de:

 

 - “¡Esa copa la pago yo!

 

Y añadió:

 

- “Y además invito a una tapa”.

 

Se coló en otra ceremonia religiosa y empezó a repartir gambas. Hubo un altercado y posteriormente un juicio. En ese juicio, el juez le preguntó si era verdad que se había colado a repartir ese marisco, a lo que respondió que sí y que además ¡eran frescas!


Los que le conocieron de cerca saben que era Grande en todos los aspectos, un gran deportista, muy inteligente y con mucha capacidad de juicio crítico y sentido (excepcional) común. Sufrió por no ser comprendido. En su confusión hizo suya la frase “que se pare el mundo, me quiero bajar”.


Fue muy leído, y debería ser reconocido como un ilustre gaditano (lástima que no se conserven sus alegatos).

Me complace que aún siga vivo en el recuerdo de muchos, y de otros que con una juvenil curiosidad iban tras sus revelaciones

 

¡Vivan los orates!

 



 

INICIO WEB CÁDIZ