MAPA DE LOCALIZACIÓN 1
(REF.
CARTOGRÁFICA: GOOGLE EART)
FB-TP- 4
LA FORTALEZA
MURALLA SUR -
TORRE SUR (1)
LOCALIZACIÓN
(REF.
CARTOGRÁFICA: GOOGLE EART)
Fotografías
1, 2 y 3
Estructuras
Fotografías
4 y 5
- Lienzos de
muralla y control visual sobre el valle.
Quedan restos de la esquina
de una torre esquinera, que defiende una gran explanada
inclinada donde presumiblemente hubo edificaciones o campamento
de guarnición. Esta zona está muy bien protegida en su parte
inferior por defensas geológicas naturales.
Fuerte tapial de argamasa,
construido sobre roca viva o sobre zapata de piedra seca. El
tapial en esta zona tiene un ancho de unos 350 mm y la argamasa
está fortalecida con piedras en las zonas más esquineras
FB-MS - 1
FB-MS - 2
FB-MS - 3
FB-MS - 4
FB-MS - 5
MURALLA NORTE
- Torre 2 -
LOCALIZACIÓN
(REF.
CARTOGRÁFICA: GOOGLE EART)
En esta esquina pudo haber una
torre, pero no se ve claramente. El resto de la foto son el lienzo y
las bases de las dos torres que hay en pie. No hemos removido
vegetación alguna; esto último aportaría más datos.
En este punto el grosor del muro
llega a alcanzar los 500 mm (foto 7), y esta lÍNEAinea N-NE está más
fortificada que la anterior; es obvio, pues la otra estaba defendida
por los mismos acantilados, mientras que ésta es una ladera hasta el
valle (no obstante, muy abrupta).
FB-MN - 1
VISTA GENERAL DE LA MURALLA
NORTE CON LA TORRE 2 EN PRIMER PLANO
FB-MN - 2
GROSOR DEL MURO DE UNO DE LOS
TRAMOS DE LA MURALLA NORTE
d
- Torre 3 -
LOCALIZACIÓN
(REF.
CARTOGRÁFICA: GOOGLE EART)
Esta torre tiene puerta
de acceso desde el interior de la fortaleza a nivel de suelo (FB-MN-8).
Hay esgrafiados que se
pueden reconocer como ayuda a reparaciones posteriores en el muro
(tomas 8, 9, 10). Igualmente se aprecian mechinales de construcción
(FB-MN-6). En el interior hay una inscultura de una cruz (Foto FB-MS-7.
letra yat del alfabeto Tamazight-bereber o bien exorcismo en
posterior época cristiana). Esta cruz es la única encontrada sobre
los muros; hay otra, pero está insculturada sobre piedra.
No hemos encontrado
restos de ningún algibe, aunque obviamente debe estar en alguna
parte.
La torre es un cuadrado
de 3,85 m x 3,85 ms en interior a los que haya que sumar 90 cms a
cada lado del grosor del muro de construcción. El vano de la puerta
mide 85 cms.
FB-MN - 3
FB-MN - 4
FB-MN - 5
FB-MN - 6
FB-MN - 7
FB-MN - 8
- Torre 4 -
LOCALIZACIÓN
(REF.
CARTOGRÁFICA: GOOGLE EART)
FB-MN - 9
FB-MN - 10
FB-MN - 11
FB-MN - 12
FB-MN - 13
- Torre 5 -
LOCALIZACIÓN
(REF.
CARTOGRÁFICA: GOOGLE EART)
FB-MN - 14
FB-MN - 15
FB-MN - 16
FB-MN - 17
EXTRAMUROS
LOCALIZACIÓN
(REF.
CARTOGRÁFICA: GOOGLE EART)
FB-MN - 18
GROSOR DEL MURO DE UNO DE LOS
TRAMOS DE LA MURALLA NORTE
LOCALIZACIÓN
(REF.
CARTOGRÁFICA: GOOGLE EART)
CERÁMICA Y GRABADOS
Tanto
intramuros como extramuros se encuentran abundantes trozos como
el de la foto, de material que aparenta ser de alto contenido en
hierro.
Apenas hay
cerámica en superficie: solo encontramos tres fragmentos de
pequeño tamaño (punto GRIS). Al haber pendientes tan fuertes y
ser una zona con intensas lluvias y nevadas, entiendo que los
materiales que puedan haber estarán bajo el nivel de suelo y
ladera abajo.
Encima de algunos
trozos de las paredes de las torres se observan pequeños trozos
planos de pizarra que no se corresponden con el contenido que
configura la propia estructura de las mismas; es un suponer que
puedan pertenecer a techumbres en pizarra… igualmente hay losas
de este material igualmente planas y de considerable tamaño,
esparcidas por el recinto.
Dos pequeños
fragmentos cerámicos tambien encontrados en el interior. (punto
GRIS y alrededores).
Pequeña cruz
(unos 6 cms de alto) grabada en una roca. Hay una curiosa mancha
rojiza en esta roca (y en otras rocas) que no parece ser
coloración natural de la roca. Las manchas negras son
formaciones de líquenes. (32 + 33 son detalles de esto).
Ubicación= Punto NEGRO.
FB-MS - 6
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FB-MS - 16b
37.- Lienzo Oeste,
del que existe un gran trozo excelentemente conservado.
36.- Detalle del
mismo. Se observa una zapata sin enlucir, y enlucido o tapial en
la parte superior (es curioso que unos muros tienen grosor
distinto a otros y que los materiales tb. son distintos).
35.- Detalle de una
galería fabricada en el mismo muro (¿evacuadero?) que se pierde
por la parte trasera hacia la zona derecha (visto de frente).
azul oscuro
40-41.- Estado y composición de las lineas que dividían lso
distintos pisos interiores. (GRIS)
++++++++++++++
LA TORRE PERDIDA
LOCALIZACIÓN
(REF.
CARTOGRÁFICA: GOOGLE EART)
LOCALIZACIÓN
(REF.
CARTOGRÁFICA: GOOGLE EART)
FB-TP- 1
FB-TP- 2
FB-TP- 3
FB-TP- 3
La
nochebuena de 1489, cuando la reina Isabel atravesó las puertas de
la Alcazaba almeriense lo hicieron con ella los cuatro jinetes de un
Apocalipsis local. Y, sello tras sello, las más terribles plagas
asolaron la zona a lo largo del siguiente siglo, diezmando a la
población entre guerra, exilios, conversiones forzadas, esclavitud,
peste, terremotos, sequías y las subsiguientes hambrunas.
Tras la ocupación, un grupo de emires y notables se cristianizaron
voluntariamente, cosa nada complicada, pues el mestizaje por aquella
época no era infrecuente. Tal fue el caso de los príncipes
granadinos, hijos de Muley Hacén y Zoraya (la cristiana Isabel de
Solís) Saad y Nasr, quienes, al tiempo que su madre recuperaba su
antigua fe, pasaron a ser el Duque Fernando de Granada, comandante
del ejército castellano el primero, y Don Juan de Granada el
segundo; también se hizo cristiano el comandante militar de Almería
y primo del sultán Muley Hacén y del Zagal, Yahya al Nayar, tras
entregar la plaza, pasando a llamarse Don Alonso de Granada-Benegas
y contrayendo matrimonio con una de las camareras de la reina. Así
lo hizo también buena parte de su familia, entre ellos los ministros
Abul Hasim Ibn Ridwan Benegas y Yusuf Ibn Camacha, que se convirtió
en monje. Pero, pese a todo, no bastaba con aquellos que, por una u
otra razón, optaran por una conversión voluntaria.
La iglesia combatió la política de tolerancia. En aquella época
tenía una fuerte preeminencia sobre el estado, sobre todo tomando en
cuenta que, a la sazón, el papado estaba en poder de un hombre de
armas, Alejandro VI, el Papa Borgia, o Borja, valenciano de
nacimiento y feroz combatiente contra el Islam y que el confesor de
la reina, el dominico fray Tomás de Torquemada, era el Inquisidor
General. Así pues, paladines los reyes de una
yihad católica, emprendieron la tarea de cristianizar a los
habitantes de la región de grado o por la fuerza, sin que fueran
obstáculo los pactos o capitulaciones firmados. Tras un periodo
inicial de blandura mientras creyeron que la conversión de parte de
la nobleza y el exilio del resto, sería suficiente, visto que los
resultados eran de escasa envergadura endurecieron su política y
fueron aboliendo, uno tras otro, todos los apartados del Compromiso
de entrega del Reyno de Granada.
Una tras otra transformaron en iglesias las mezquitas, primero la
mezquita Tayyibin, y luego la de la Alhambra, y después con la
Mezquita Aljama de Granada convertida en Catedral. El mismo camino
seguirían las mezquitas almerienses.
En Granada entró Francisco Jiménez de Cisneros en julio de 1499.
Primero mandó llamar a los jurisconsultos, les invitó a dejar el
islam y abrazar la verdadera fe a fin de que sirvieran de ejemplo al
resto. Zanahoria para los obedientes y palo para los rebeldes. Parte
de los residentes en el Albaycín aceptaron. Seguidamente, Cisneros
colocó en el punto de mira a quienes algunos llamaban “elches”,
musulmanes de origen cristiano, amenazándoles con darles el trato de
renegados a todos cuantos hubieran abandonado el cristianismo y a
sus hijos, nietos y demás linaje. Estos alegaron que eran
musulmanes, sin distinción entre ellos o el resto de sus
correligionarios. Comenzó entonces la persecución a familias
musulmanas de origen cristiano, encarcelando hombres, mujeres y
niños que se negaran a cristianizarse. Y fue el allanamiento de la
morada de una de las musulmanas del Albaycín, hija de cristiano
converso a musulmán, el 18 de diciembre de 1499, la mecha que
prendió la revolución. Se concentraron sus vecinos para protegerla,
mataron al policía, liberaron a la mujer y pusieron en fuga a los
clérigos enviados por el cardenal de Toledo. Tras ellos, partieron
los musulmanes llamando a la revuelta, ocuparon las torres,
levantaron barricadas y atacaron el palacio de Cisneros quien,
alertado a tiempo, había huido antes a la Alhambra.
Enviaron los reyes un ejército para sofocar el levantamiento y su
jefe prefirió negociar con los revolucionarios, armado de promesas.
Los reyes amonestaron al cardenal por su torpeza, y pasaron la
negociación a manos del cardenal de Granada, don Hernando de
Talavera. Trató este a los revolucionarios con consideración,
ofreciéndoles su familia en rehenes, como garantía de su buena fe.
Prometió aceptar sus exigencias y no perseguirles. Tranquilizados
que fueron los rebeldes, se entregaron diez días después de haber
comenzado las revueltas y encontraron que... todos y cada uno de los
acuerdos tomados fueron violados, sin excepción.
Huyeron cerca de 1500 hombres y se hicieron fuertes en la Alpujarra,
en el castillo de Gualchos, donde Ibrahim ibn Omeya fue elegido como
jefe y anunció, de nuevo, la revolución, el día de Año Nuevo del
1500. A las razzias sobre la vega de Granada se incorporaron muchos
muyyahidin. Sus Católicas Majestades enviaron otra vez sus
ejércitos, esta vez al mando del comandante Tendilla. Cercó el
ejército el pueblo de los Gualchos y mató a cuantos en él halló,
mujeres, niños y ancianos. Por fin, los rebeldes se entregaron,
siendo todos sometidos a esclavitud.
Movilizaron las fuerzas cristianas 5.000 hombres, en dirección a
Adra (la almeriense Abdera), Castell de Ferro y Albuñol, plazas
costeras en poder de los musulmanes, sin éxito. Desde el río Andarax,
al este, hasta Lanjarón, en el oeste, los rebeldes ocupaban la
mayoría de las ciudades y pueblos alpujarreños. Por fin, el propio
rey Fernando, se puso al frente de un ejército enorme: 80.000
infantes y 15.000 jinetes, recorrieron la zona desde el valle de
Lecrín para ir ocupando, uno tras otro, los pequeños enclaves de las
Alpujarras y alcanzar, finalmente, el pueblo de Andarax que,
desafiante, hizo una defensa heroica antes de entregarse. La
rebelión en la sierra fue sofocada en febrero de 1500, apenas mes y
medio después de comenzar. Los reyes se comprometieron a respetar
parte de las condiciones de las capitulaciones de entrega de Granada
pero, de los escarmentados...
Los obispos emplearon para cristianizar Almería los mismos malos
modos que con la gente de Granada. No fue de extrañar, por tanto,
que en la sierra de los Filabres se repitiera lo ocurrido el la
Alpujarra. En noviembre de 1500 los musulmanes expulsaron a los
monjes con escasa delicadeza –tan propia de la época- y ocuparon las
fortificaciones de las montañas, concentrándose en Velefique. La
población, donde en el siglo VIII habían hallado refugio los
bereberes de la reina La Kahima, convivió en paz durante muchos
siglos sin problemas de míos o de tuyos e, incluso muchos habían
marchado con Alfonso el Batallador, a repoblar el Valle del Ebro,
allá por 1125. Pero ahora las tornas les andaban cambiadas. El rey
envió, nuevamente, su ejército, y pese a que los musulmanes
combatieron hasta el límite de sus fuerzas, tuvieron que rendirse.
Todos los varones fueron ahorcados. Las mujeres y los niños
convertidos en esclavos. Las riquezas confiscadas. Velefique quedó
vacío (en nuestros días tiene un censo de poco más de doscientos
habitantes). La población entera de la sierra de los Filabres y la
cuenca del Almanzora fue bautizada por la fuerza. Se alzaron en
armas los tres pueblos del Almanzora, y por la fuerza fueron
sometidos. Se sublevó Adra y fue asediada hasta que, tras una larga
lucha, el ejército cristiano entró en ella y esclavizó a todos sus
habitantes. Tras ellos le tocó el turno a Ronda, cuya serranía se
alzó en enero del 1501 y aguantó hasta abril del mismo año. Allí, en
Villalonga, narra la crónica que un muyyahid de nombre Al Fihrí, a
las órdenes de Salem Al Azraq, mató a don Alfonso de Aguilar, jefe
de las tropas católicas. Los reyes enviaron un ejército aun más
grande, y negociaron con los revolucionarios un acuerdo, firmado el
14 de abril de 1501, por el que los jefes musulmanes partirían a
Marruecos, y los que quedasen serían bautizados.
A finales de julio la reina Isabel se presentó en Granada para
comprobar la marcha de las conversiones. Con todas las ciudades y
pueblos de Granada se firmaron edictos en los que se imponía a sus
gentes la cristianización, a cambio de recibir el mismo trato que
los cristianos viejos. Y así fue como se bautizó a toda la población
de Tabernas en un solo día (18 de septiembre de 1500), y a la de
Baza el 30 del mismo mes. Se prohibía a los nuevos cristianos el
sacrificio de reses por el método islámico; vestir prendas
islámicas, tanto a los hombres como a las mujeres; venían obligados
a cambiar sus nombres musulmanes, sus usos y sus costumbres. Se les
permitió, provisionalmente y a modo de concesión, seguir usando el
baño (hammam) y ducharse,
cosas ambas consideradas indecentes y pecaminosas por los
cristianos, de todos es sabido, a tipo de comadreo, que la reina
Isabel se negó a cambiarse de ropa a lo largo de toda la campaña...
cosa de debía de resultar atroz pero que, pese a las grandes
posibilidades que les proporcionaba a viruses, bacterias y demas
fauna y flora infectocontagiosa, no devino en una enfermedad
fulminante que acabara con ella). A continuación, por decreto, todas
las mezquitas se transformaron en iglesias y se confiscaron todas
las habiz (fundaciones piadosas islámicas). El 10 de octubre de 1501
se firmó un edicto, aberrante y bárbaro, para la quema de todos los
libros islámicos y árabes, de modo que, en la granadina plaza de
Bibrambla, la mayor de todas las de la ciudad, se quemaron millares
de libros, sin que la cosa se detuviera ahí, pues no sería sino la
primera de las piras donde un millón de libros, siglos de arte,
filosofía, medicina e ingenio, propias o heredadas de otras
culturas, se convertirían en blanquecinas volutas al viento. Fue un
crimen, indiscutible, de lesa
civilización.
Se prohibió la lengua árabe. Se publicó un decreto, en septiembre,
prohibiendo a los nuevos cristianos forzosos la tenencia y porte de
armas. Los transgresores se exponían a apresamiento y confiscación
la primera vez, a una ejecución la segunda.
Pidieron los andalusíes ayuda al mundo islámico, pero no había nadie
que escuchara su voz. El sultán de Marruecos, Abu Abdillah Muhammad
Ibn Yayha Al Watasi; el de Egipto, Al Ashraf al Gauri, fueron los
primeros requeridos. El sultán egipcio envió un embajador a los
reyes Católicos, amenazándoles con imponer el islam a los cristianos
bajo su gobierno si no concedían a los musulmanes bajo gobierno
cristiano garantías de permanecer en el Islam. Los reyes
respondieron, mediante su embajador, convenciéndole de que los
musulmanes andalusíes estaban perfectamente y sus derechos eran
respetados. Al Asraf determinó confiar en los reyes y el asunto
acabó con los andalusíes librados a su suerte.
Recurrieron entonces al sultán otomano Bayazid, pero este tenía sus
propios problemas internos, y se limitó a escribir a los reyes, a
título de reconvención teñida de amenaza. Por segunda vez, los
andalusíes recurrieron al sultan, y su llamada fue una carta,
compuesta de 103 versos, de autor anónimo, que describe la
situación:
Paz a vosotros de los esclavos que
se han quedado
En Al-Andalus de Occidente en tierra de nostalgia
Rodeados por un mar de cristianos desbordante
Y un mar profundo de oscuridad y abismo
Paz a vosotros de los esclavos que les ha afligido
Una inmensa desgracia, ¡qué desgracia!
[...]
Hemos sido engañados,
cristianizados y nuestro Din ha sido sustituido
Hemos sido ofendidos y tratados vergonzosamente
Éramos seguidores del Din del Profeta Muhammad
Combatíamos sinceramente a los agentes de la cruz
[...]
Cuando entramos bajo el pacto de su
proteccionismo
Apareció su deslealtad violando la resolución
Traicionaron tratados por los que fuimos seducidos
Hemos sido cristianizados a la fuerza con ferocidad
Han sido quemados los ejemplares del Corán que teníamos
Y los han revuelto con basura o con impurezas
Y cada libro en los asuntos de nuestro Din
Al fuego lo han arrojado con burla y desprecio
[...]
Nos ordenaron insultar a nuestro
Profeta
Y no recordarlo en la prosperidad ni en la adversidad
Oyeron que unos cantaban con su nombre
Y de ellos les alcanzó el doloroso daño
[...]
Fueron cambiados nuestros nombres y
sustituidos
Sin nuestro consentimiento ni deseo
¡Ay! Del canje del Din de Muhammad
por la religión de los perros cristianos, mal de la tierra
[...]
Hemos sido convertidos en esclavos,
no prisioneros para rescatar
Ni musulmanes que se pronuncien con la ‘shaháda’
Y si percibieras con tus ojos a dónde ha llegado nuestro estado
Se colmarían copiosamente de lágrimas
¡Ay! De la crueldad y la maldad que ha caído sobre nosotros
de daño, desgracia y aspecto humillante
Así fue como los musulmanes andalusíes anunciaron, oficialmente, la
extinción del Islam en tierras ibéricas y fueron llamados, a partir
de entonces, “nuevos cristianos” o “moriscos”, o, como se llamaban a
sí mismos “gurabá” (extraños), aludiendo a las palabras del profeta:
“Comenzó el Islam siendo extraño y volverá a serlo como empezó,
¡bienhallados pues, los extraños”
Y entonces, de la mano del confesor de la reina, el dominico Fray
Tomás de Torquemada, Inquisidor General, llegó a tierras andaluzas
la Cruz Verde, dispuesta a llevar al potro y a la hoguera a cuantos
infieles, herejes o discrepantes encontrase en su camino.
No iban a ser estos, sin embargo, los únicos horrores que asolaran
la provincia. El siglo comenzó con la tierra temblando. Los seísmos
se sucedían uno tras otro. El verano de 1518 tiembla el valle del
Almanzora, Huércal Overa y Cuevas. Las sacudidas alcanzan su punto
culminante el 9 de noviembre de 1518, donde su violencia arrasa
Vera, en la colina del Espíritu Santo, y se ven obligados a
reedificarla en su actual emplazamiento. Cuatro años después, el 22
de septiembre de 1522 y en mitad de la desolación causada por una
terrible epidemia de peste, un terremoto asola la ciudad de Almería,
destruyendo buena parte de la ciudad, de la Alcazaba y la Almedina,
y provocando innumerables víctimas. Sus efectos se notan en toda la
Alpujarra y el valle del Andarax.
La ciudad ha caído, esta vez, bajo un ejército contra el que no
tiene armas, y sus habitantes van siendo diezmados, cada vez más
brutalmente.
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