Eduardo, ya me está agotando lo de votar a la Alhambra... Recuerdo cuando hacía la Tesina que iba todas las semanas a medir cosas en los palacios nazaríes y los del Patronato siempre bromeaban con que "aquello cualquier día se hundía"... Y creo que tienen razón. Un edificio que fue pensado para ser una casa (grande, majestuosa, pero al fin y al cabo, una casa) no puede admitir ese volumen de visitas. · La Alhambra es de ladrillo, no de hormigón. · Con cimientos de cal grasa, no de cemento. · Con ventanas de madera con 500 años, no de aluminio. · Con paredes de yeso, no de piedra. La Alhambra es frágil... Millones de turistas desconocidos rozan, tocan, pisan, arañan, se apoyan y sobrecargan mi frágil Alhambra. Sus delicadísimas yeserías. Emiten además un volumen de CO2 y de humedad para la que no están preparadas las armaduras de madera del techo ni los yesos de las paredes . La degradación material de la Alhambra es una realidad. Prefiero una MARAVILLA en pie, a una MARAVILLA pisoteada por millones y millones de desconocidos. Porque llegará el día en que yo, Alfredo, granadino de nacimiento y con sangre nazarí en mis venas, vaya a visitar la Alhambra de mis amores, y me encuentre un edificio irreconocible y decrépito, más parecido a un montón de paredes deterioradas que a un PALACIO REAL. ¡Y prefiero que no llegue ese día, porque sólo me quedará llorar!
-No cambio el rumor del agua, por los turistas de las ofertas de agencias de viajes, porque no te dejan oír ese rumor...
Y yo me arranqué a llorar. De la emoción y la pena de pisar ese cielo. Luego me subí al punto más alto, donde hay una tapadera de madera que puedes levantar y, desde los más alto, puedes ver el salón del trono situado justo en la vertical. Al ir a soltar en el suelo la tapa de madera, le di la vuelta y, tenía grabada en su cara interna una flor de 16 pétalos pintada en color almagra. Es la representación abstracta de Alá. Uno de los pocos símbolos que el Islam permite, ya que como sabes prohíbe la representación o el dibujo de Dios. El único símbolo que evoca la divinidad suprema, situada justo en el vértice del cielo estrellado, en mi mano.
Y claro, de la emoción, se me cayó
e incluso dio un golpe en el suelo. La sujeté a tiempo de que pasara
algo peor... Esa fortuna y la dicha de esos momentos vividos, tan
sencillos y tan emotivos para mi a la vez, me hacen sentirme más
cerca de mi paisano Ibn Zamrak cuando escribe en las paredes de la
Alhambra: “Sabrás mi ser si mi hermosura
miras” que de las chanclas, los codazos, las camisetas de
mercadillo, las coca-colas, las gorras Nike, y las voces y gritos de
los turistas.
Almería, 4 de Julio de 2007
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