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Elogio a la Alhambra

Carta abierta de Alfredo G. Ferrer

Arquitecto de Granada

4 de Julio de 2007

 

Eduardo, ya me está agotando lo de votar a la Alhambra...

Recuerdo cuando hacía la Tesina que iba todas las semanas a medir cosas en los palacios nazaríes y los del Patronato siempre bromeaban con  que "aquello cualquier día se hundía"...

Y creo que tienen razón. Un edificio que fue pensado para ser una casa (grande, majestuosa, pero al fin y al cabo, una casa) no puede admitir ese volumen de visitas.

· La Alhambra es de ladrillo, no de hormigón.

· Con cimientos de cal grasa, no de cemento.

· Con ventanas de madera con 500 años, no de aluminio.

· Con paredes de yeso, no de piedra.

  La Alhambra es frágil...

Millones de turistas desconocidos rozan, tocan, pisan, arañan, se apoyan y sobrecargan mi frágil Alhambra. Sus delicadísimas yeserías. Emiten además un volumen de CO2 y de humedad para la que no están preparadas las armaduras de madera del techo ni los yesos de las paredes .

La degradación material de la Alhambra es una realidad.

Prefiero una MARAVILLA en pie, a una MARAVILLA pisoteada por millones y millones de desconocidos. Porque llegará el día en que yo, Alfredo, granadino de nacimiento y con sangre nazarí en mis venas, vaya a visitar la Alhambra de mis amores, y me encuentre un edificio irreconocible y decrépito, más parecido a un montón de paredes deterioradas que a un PALACIO REAL.

¡Y prefiero que no llegue ese día, porque sólo me quedará llorar!

 

-No cambio el rumor del agua, por los turistas de las ofertas de agencias de viajes, porque no te dejan oír ese rumor...


-No cambio los claroscuros del espacio por turistas con sombrero tejano, porque no me dejan sumergirme en ese claroscuro.


-No cambio el olor del arrayán por las latas de refrescos  anglosajones, porque no me dejan que ese olor me seduzca.


-No cambio la sensación de respeto y orgullo que me invade cada vez que entro en ese palacio, por chanclas germánicas, porque le restan respeto y orgullo al lugar.


-No cambio la experiencia de que el tiempo se detiene cuando paseas por los patios, por la marabunta de adolescentes en viaje de estudios , porque mi tiempo ralentizado deja de ser mío y ellos me lo aceleran.


-No cambio esas arquitecturas frágiles, por la mirada poco inteligente de grupos que nada comprenden de lo que les fuerzan a visitar.


Cuando era niño, siempre que mi abuelo me llevaba de visita los domingos al palacio de Carlos V, me parecía oír trompetas y fanfarrias cada vez que entraba por la puerta principal, como si en mi mente infantil  simulase la entrada solemne del propio emperador en su "nuevo" palacio. Y en cambio, ahora sólo se oyen turistas vociferantes.

¿Sabes Eduardo lo que me ocurrió una vez?  Cuando hacía la Tesina, necesité subirme sobre la cúpula del salón de Comares. Después de pedir permiso al Patronado, una mañana de verano subí a oscuras al interior de esa polvorienta cúpula. Más de 5.000 teselas de madera ensambladas entre si por pura presión, sin cola ni ningún tipo de adhesivo, empezaron lógicamente a crujir bajo mis pies. Estaba pisando un techo de madera de cedro de simbolismo cósmico que simula en sus juegos geométricos un cielo estrellado, los siete cielos del paraíso islámico, y además había servido de techo a muchos reyes.

 

 Y yo me arranqué a llorar. De la emoción y la pena de pisar ese cielo.

Luego me subí al punto más alto, donde hay una tapadera de madera que puedes levantar y, desde los más alto, puedes ver el salón del trono situado justo en la vertical. Al ir a soltar en el suelo la tapa de madera, le di la vuelta y, tenía grabada en su cara interna una flor de 16 pétalos pintada en color almagra. Es la representación abstracta de Alá. Uno de los pocos símbolos que el Islam permite, ya que como sabes prohíbe la representación o el dibujo de Dios.

El único símbolo que evoca la divinidad suprema, situada justo en el vértice del cielo estrellado, en mi mano.

Y claro, de la emoción, se me cayó e incluso dio un golpe en el suelo. La sujeté a tiempo de que pasara algo peor... Esa fortuna y la dicha de esos momentos vividos, tan sencillos y tan emotivos para mi a la vez, me hacen sentirme más cerca de mi paisano Ibn Zamrak cuando escribe en las paredes de la Alhambra: “Sabrás mi ser si mi hermosura miras” que de las chanclas, los codazos, las camisetas de mercadillo, las coca-colas, las gorras Nike, y las voces y gritos de los turistas.

¡He visto a las a las inglesas remojarse los pies en verano en las fuentes de la Alhambra!. En cambio, yo, en Stonehenge, seguro que ni siquiera tocaría sus piedras por respeto a los siglos. ¿Tiene todo el mundo que ser tan sensible como yo? ¡Claro que no! ¿Tiene todo el mundo que ser tan respetuoso como yo? ¡Sí!

La Alhambra, a diferencia de cualquier parque temático no fue hecha para ser "visitada", sino para ser habitada, vivida, y sentida.

Estructura de los difertentes tipos de estrellas  y su disposición en distintos  niveles de  la cúpula del trono de Yisuf I.4jpg

Almería, 4 de Julio de 2007

 

ESCRITO POR...

 

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